miércoles, 24 de febrero de 2021

MONTE DE SAN BENITO II


 

Nuestra marcha continúa otro trecho carretera adelante buscando el Mirador de Ángel Nieto. Por fortuna, el lateral de la carreta tiene un espacio suficientemente amplio para recorrer los setecientos metros hasta llegar al Mirador. Las vistas al valle son sublimes.

 


Mirador de Ángel Nieto.

 

Frente al Mirador, cruzamos la carretera y reptamos bajo una valla para adentrarnos en la falda del San Benito. No existen caminos pero nuestro corazón fabrica senderos siempre ascendentes buscando la cumbre, serpenteamos entre esta tierra árida donde acaso el sudor de antiguos labradores guía nuestras pisadas, porque el trabajo ancestral no se muere en el olvido, es semilla de hierbas eternas que reconfortan paso a paso nuestra búsqueda.

 

La ascensión en nueva en cada descubrimiento del montañero, este espino y aquel enebro que hoy construyen entraña en mis entrañas, son los mismos que hace siglos fueron sombra y sosiego para aquellos labradores que araban por estas lomas su sustento. Así, en medio de estas laderas reúno en mi corazón el corazón de todos cuantos trabajaron la tierra e hicieron fértil sus esfuerzos.

 


Me planto en medio de la ladera, arriba vemos uno de los peldaños que hemos de subir para llegar a la cumbre del Pico San Benito.

 

La valla alambrada de la izquierda sirve de guía para la subida. Más arriba pasamos un cercado de piedra y continuamos en sosegada marcha monte arriba, los jabalíes estuvieron hozando por aquí estas últimas noches, aún quedan multitud de restos de sus búsquedas. Pronto se funde el final de los prados con multitud de enebros rastreros, retamas y los primeros peñascos que anticipan una trepada final de diversión y cuidado constante.

 

Entre rocas, contemplamos la cumbre. Los doscientos últimos metros son de trepe, de manos y piernas, de repechos y senderos. Superamos peñascos como intensos trabajos, ahora se transforman en rocas más llevaderas como cuando la solidaridad de compañeros o acaso desconocidos comparten sudores para transformar esta tierra en un espacio más llevadero y más bello.

 


Por entre estos peñascos, los montañeros buscan senderos con palabras de otros siglos y baladas de todos los tiempos. Al fondo, Las Machotas.

 

Una pequeña hornacina pegada a la roca conserva una imagen de Jesús, niño que acuna y anima esta ascensión, que protege a quien quiera ser protegido. Subir la roca por la brecha parece lo más fácil o lo menos difícil. Después unas peñas como si algún montañero antiguo hubiera construido una escalera nos llevan hasta el último rellano antes de tocar el vértice geodésico.

 


La cumbre.

 

En la cumbre recito esta “Balada de mi nombre” de Gabriela Mistral:

 

El nombre mío que he perdido,
¿dónde vive, dónde prospera?
Nombre de infancia, gota de leche,
rama de mirto tan ligera. ..

Pero me cuentan que camina
por las quiebras de mi montaña
tarde a la tarde silencioso
y sin mi cuerpo y vuelto mi alma.

Fotografías. Bocadillo. Regreso…

 

Javier Agra

 

martes, 23 de febrero de 2021

MONTE DE SAN BENITO I


 

Sabed que he leído más veces que se llama Cerro que Pico o Monte. De modo que, tal vez, cualquier apelativo le cuadre. A mí, cerro se me queda pequeño, pues el vértice geodésico está a mil seiscientos veintiséis metros. Supera a las Machotas en casi doscientos metros y también al Pico Almenara en poco menos de cuatrocientos metros.

 

Durante la subida tendré tiempo de recordar los setenta y tres capítulos de la regla monacal de San Benito, aunque tal vez me quede con sus dos fórmulas exquisitas para el bien vivir: Ora et Labora que aprendí desde mi infancia y que gusto intentar en toda mi existencia.

 


Caminamos por un amplio camino entre prados y agua musical.

 

Termina el pueblo de Zarzalejo, antes de salir en dirección al Puerto de la Cruz Verde, en una explanada; aparcamos el coche y comenzamos a caminar por la carretera… Una variante más exigente, también muy hermosa, es subir la Machota Alta y dirigirse después hacia el puerto de la Cruz Verde. Otra variante, muy gustosa, es la ascensión desde el pueblo de la Paradilla…

 

Quedamos, como dicho tengo, caminando por la carretera. A nuestra izquierda un precioso valle con su arroyo musical, su verdor iluminado, la vegetación de pinos, la delicia matinal, carretera adelante encontraríamos el teatro de lo que fue la Mina, nos desviamos unas revueltas antes. Da una curva cerrada la carreta hacia su izquierda, en ese recodo continúa de frente un camino amplio, camino de San Lorenzo parece que se llama, donde acaso pudimos haber aparcado el coche.

 


Seguramente este amplio otero tendrá algún nombre. Ha quedado atrás Zarzalejo, caminamos hacia el Puerto de la Cruz Verde.

 

Ya estamos adentrados en este camino por el medio del valle que antes quedaba a nuestra izquierda. Pinos y prados conversan a ambos lados. Arriba, a nuestra derecha, la Machota Alta donde estuve hace muy pocos días con su emblemática Peña del Fraile y otras formaciones rocosas de tierna curiosidad. Van quedando atrás Los Laderones, Las Majadillas…

 

Cruzamos sin dificultad la portillera de una alambrada y nos adentramos en un amplísimo otero de interminables vistas hacia el Escorial y el Guadarrama, hacia la Cruz Verde y el San Benito. Por aquí entronca el sendero que baja desde la Machota Alta. Los montañeros continúan camino entre el canto monótono del invisible carbonero garrapinos. La marcha es sosegada y agradable entre el cálido sol de la mañana. En el lugar más elevado se levanta un puesto de vigilancia para discernir si se produce algún fuego o alguna otra irregularidad en la amplia zona que desde aquí se divisa.

 


Fuera de cámara queda la torre de vigilancia. Ante nosotros está el Puerto de la Cruz Verde y el San Benito al que continuaremos.

 

La bajada hasta el Puerto de la Cruz Verde es serena y apacible entre algunas vacas que, acostumbradas a caminantes, ni siquiera nos toman por intrusos y continúan con su placentero arte de almacenar hierba en las cuatro cavidades de su único estómago: rumen, retículo, omaso y abomaso. Y es que eso de ser rumiante no es tarea baladí pues su alimentación lleva todo un proceso de transformación. Salimos de la alambrada por una portezuela y nos acercamos hasta el Puerto.

 

Este texto tendrá una segunda parte, en breve espero…

 

Javier Agra

 

jueves, 18 de febrero de 2021

MACHOTA ALTA


A veces, cuando camino por algún monte, me entretengo observando mis pisadas por si descubriera bajo ellas alguna antigua sombra de otros pies que pasaron por allí hace miles de años. Me detengo a escuchar conversaciones de los árboles y de las rocas por si reconociera enredados entre sus recuerdos palabras de nuestros antepasados.

Dejamos el coche en la Plaza de los Charcones, ahora buscamos la Calle de la Fuente del Rey y comenzamos a caminar. Estamos en Zarzalejo, pequeño pueblo de Madrid… pequeño es un término equívoco, pues si lo comparamos con Acisa de las Arrimadas, en León, donde comencé a nacer o con otros cientos de pueblos de Castilla y León no sería pequeño pues ronda los mil ochocientos habitantes.


Enebros. Acaso fuera más representativo poner aquí una zarza como en el escudo de la localidad, pero los enebros con su júbilo, entereza y quietud pueblan ahora estos montes.

Estamos en Zarzalejo, historiado pueblo, antaño perteneciente a Segovia, de donde salieron las piedras para construir el Monasterio de El Escorial. Conserva en su escudo el acueducto como uno de sus cuatro símbolos, los otros tres son el granito sobre el que sostiene el acueducto, una zarza y las dos Machotas.

Ya estamos calle de la Fuente del Rey adelante; apenas superadas las edificaciones, se divide en dos ramales, subimos por el que trepa a nuestra izquierda y comenzamos a ver señales del GR 10 que es mejor no dejar ya hasta el Collado de Entrecabezas. La ascensión es sosegada y rápida, de modo que la hermosura del paisaje muy pronto agiganta el corazón de los montañeros.


Castaño singular de la Fuente del Rey

Peñascales ingentes se levantan sobre nosotros para hacer de nuestras figuras diminutos caminantes en la inmensidad de la naturaleza. El entorno es espectacular, mi alma aún respira asombro cuando llegamos a la zona de los grandes castaños, uno de ellos está catalogado como árbol singular según acredita una placa a sus pies. Me siento a conversar sobre el pasado cuando los labradores trabajaron aquellos huertos en balcones sobre los que sembraron durante siglos y que hoy vigilan estos añosos castaños como testigos aguerridos contra la furia de la modernidad que arrasa lo viejo.

Fuente del Rey

Poco más allá está la Fuente del Rey con su nombre indeleble esculpido en roca antigua, sonido liviano de mansedumbre de agua, reguero permanente de recuerdos y añoranzas, palpitación sosegada de siglos y de nombres ya olvidados. El sendero monte arriba va empequeñeciendo los últimos castaños para dar paso a los enebros corpulentos y frondosos. También nos saludan los piornos ladera arriba jugando al escondite entre las rocas.

Atravesamos una cancela, antaño fue somier de cama, como presagio divisorio entre prados y montaña. Los enebros son árboles llenos de júbilo, entereza y quietud; los enebros dominan las laderas monte arriba y valle abajo. Allá arriba está el Collado de Entrecabezas pero aún hemos de pasar por la Fuente de Entrecabezas con su constante chorro de agua como una oración por la libertad y por la paz de toda la tierra.


Fuente de Entrecabezas.

Hacia la Machota Alta subimos dejando el muro a nuestra izquierda. El sendero por el que ascendemos es muy visible, poco menos de doscientos metros de desnivel más arriba estamos en la amplia meseta de la Machota Alta con espectaculares vistas hacia el monte Abantos, el Escorial, embalse de Valmayor, Madrid, alta Sierra de Guadarrama... Caminamos hasta la formación más emblemática que es la Peña del Fraile así llamada por razones que se entienden de inmediato.


Ante la Peña del Fraile.

Continuamos senderos por la cumbre mesetaria, ahora las vistas nos llevan en volandas hacia el Puerto de la Cruz Verde coronada por el Cerro San Benito, Robledo de Chavela, Pico de la Almenara donde termina la Sierra de Guadarrama, Gredos… Brillan de verdor y de agua los senderos por los que descendemos de nuevo al Collado de Entrecabezas para comenzar el ascenso a la Machota Baja.


Desde la Amplia meseta de la Machota Alta contemplamos el Monte Abantos, El Escorial, la sierra de Guadarrama…

La subida a la Machota Baja ya la conté hace muy pocas entradas de otra subida anterior y próxima en el tiempo. Ya me callo.

Javier Agra.