Se
está derritiendo la nieve de la Sierra. Estas mañanas, después de pasear durante
un tiempo, le miro a mi compañero con ojos luminosos y nos sentamos frente a la
sombra de los prunos. Termina junio y me gusta mirar más allá de las vías del
tren de Pitis, donde el horizonte se hace mezcla de montaña y cielo. Allí donde
pasé muchos días saltando entre el verde y la vida, se está derritiendo la
nieve: apenas queda una pincelada en el Ventisquero de la Condesa donde nace el
Río Manzanares.
Hoy
mis recuerdos se hacen vivos, por eso gusto de pasear despacio. Mi pasado va
del corazón a la cabeza y allí se hace sangre y esperanza. Quiero vivir el tiempo
que me reste entre los rumores de los pájaros del parque y el bullicio del agua
de la sierra. Quiero que mi respiración se una al mismo aire de las aves y de
la naturaleza entera, así construiremos una sinfonía de dulce futuro.
Seguramente
escribiré aquí algunas reflexiones, ahora que mi corazón está en paz, en este
blog que inspiré a quien firma; ahora quiero ser yo misma quien deje unas notas
de ilusión para este tiempo opaco, porque la luz seguirá siempre aunque el
corazón de los humanos se enturbie de desasosiego. Yo siempre he estado en paz
conmigo y con la tierra. Sigo mirando a la lejanía, se está derritiendo la
nieve de la Sierra.
Esta
foto de grupo está tomada desde el Alto del Purgatorio un día que paseamos
desde la Morcuera al Paular, la Cuerda Larga domina el fondo de la izquierda; solemne a la derecha, con la última nieve, admiramos Peñalara el techo de Madrid. La
encontré en los archivos olvidados de quien va a la montaña conmigo; recuerdo
que le enseñé que el esfuerzo es necesario y también la confianza en los
amigos.
Javier
Agra.
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