domingo, 20 de septiembre de 2009

SIERRA DE LA CABRERA

Entre pasamanos de jaras en flor, sube la senda a la Sierra de la Cabrera. Desde la carretera de Burgos, el coche camina seguro, no necesita conductor: ¡pequeña sierra, nunca tengas envidia de tus hermanas cercanas y de las grandes sierras y picos de los que oyes hablar a los montañeros que a ti llegan! Tú eres del color de los brunos a punto de madurar.
Sierra de la Cabrera, pequeña inmensidad. En más de una ocasión has solucionado una jornada de marcha a los montañeros que se alejan de Guadarrama enfurecido. Tu serenidad y la calma de tus dos cumbres llaman al paseo, invitan a las cordadas. Hacia tus cumbres, en armonía y sosiego, caminan los novicios montañeros. Y ahí esperas, entre el ocre de la tierra y el azul del cielo, sin darte vergüenza tu diminuto techo.
Sierra de la Cabrera, eres maestra de los primeros pasos y de las grandes cuerdas.
Llegamos en el coche, saliendo desde el pueblo de la Cabrera hacia el Monasterio de San Antonio; la carretera está jalonada por las estaciones del Via Crucis. En la séptima estación aparcamos - un pequeño espacio aguarda agazapado entre las jaras - y comenzamos la marcha. En pocos metros, veremos una señal de madera - más fuerte que el tiempo y la nevada - que nos indica el camino del Cancho Gordo.
Ya estamos subiendo, silencio de mariposas y pasos montañeros, hasta el Collado Alfrecho, descanso que separa la sierra en sus dos senos: más alejado el Pico de la Miel, solemne y brillante cuando lo vimos hace un rato desde el pueblo; lijado por el tiempo y las tormentas, se cubre de cuerdas y escaladores en su cara sur. Nosotros, los que vamos a pie, llegaremos por un sendero majestuoso que recorre la cumbre por la cara norte. No perdemos los pinos, seguimos cantando entre la vegetación de la montaña. Pipa y Munia juegan a un continuo ir y venir de los olores y matojos, acompasando su mayor velocidad a nuestra calma. La última parte de la subida es piedra, grandes láminas donde asegurar la pisada.
Y la otra cumbre, más cercana, es el Cancho Gordo. Desde el mismo Collado Alfrecho se inicia la subida, más pendiente y más alta. Senderos y magia, resbalonos en la nieve y vida en sus praderas; Canco Gordo hacia arriba, descubrimos la magia de la Sierra y también otras cumbres y otros horizontes. Nos lleva cerca del cielo, nos posa más allá de las fronteras.
A Jose y a mi, nos da para recorrerlo en dos jornadas. La Sierra de la Cabrera ha ideado sus cumbres para disfrutar de las jaras, de las rocas, de las aves y de la vida que es misterio y futuro.
Javier Agra.

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