lunes, 8 de agosto de 2011

SIERRA DE GUARA: 1 SAN ÚRBEZ

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Se ha dormido el silencio, sueña con cigarras y cuentos.

Apenas apagas el motor del coche, amigo lector, ya olvidas – tal vez para siempre – aquellos ruidos del pasado donde el cemento y la prisa han unido su carne para engendrar, con desasosiego, temor y tormento; olvidas aquellos ruidos donde tu corazón se perdía entre nubes de desidia; olvidas el ruido…Entras en el sonido de la brisa y la melodía; entras en el sonido del sosiego y la dulzura; entras en el sonido musical de la naturaleza y el cuerpo espiritual reflejado en cada mirada que ha quedado prendida entre estos valles y estas montañas.

Adentrado entre el pasado remoto y la brillante naturaleza, vuela libre tu espíritu por entre los robledales de estas sierras de oro y silencio. San Úrbez tiene ritmo de corazón siempre ardiendo entre la luna y el tiempo.

Templo románico de San Úrbez (Nocito)

Y de pronto, tú viajero que llegas de las prisas y los horarios, descubres que puedes emplear una eternidad en llegar con pausa hasta el arco de piedra del antiguo templo; los cien metros de distancia, pueden ser siglos de promesas y esperanzas de estas tierras de silencioso sueño, más allá del verdor y del agua; más allá de la sonrisa y de la palabra; más allá… donde solamente llega la esperanza.

Aquí la bruma y el sol han puesto cuidada simiente de la que puede nacer la primera respiración de todos los sueños entre las flores de los ojos y las espigas de los cuerpos; porque apenas pisas el suelo, todos los miedos –con sus prisas, temores y fríos recelos -se transforman en hierbas de verdor, en piedras de brillos eternos, en milagros de agua nueva, en salterio de timbradas voces.

San Úrbez tiene en su mano un cayado de roble con incrustaciones de avellano y sigue pisando con fuerza por estas praderas serranas entre el agua y el trino de los pájaros.

Narra para todos los oídos sus caminos de antaño, porque todos los oídos dejan aquí sus cuitas y sus disturbios y sus malezas y sus penumbras y sus llantos… desde ahora serán oídos esperanzados. Narra sus ilusiones de niño robado hecho cadenas de esclavo y tiene su propio rostro pero se va transformando en millones de niños que siguen siendo esclavos; sus amores de mozo enjaulado entre grilletes y por su rostro pasan millones de rostros con las cadenas de cada momento; sus esperanzas de hombre liberto y de alma libre por estos montes de Huesca, uniendo valles y pueblos, siempre buscando la luz de los eterno.

 
He conversado con él, estaba camuflado en un árbol – ¿quién está entre las ramas? ¿San Úrbez tal vez? ¿era yo acaso? –

El santo vivió cercano a la naturaleza y a la vida de la tierra; el santo conversó – cuentan las historias – con los lobos y los ciervos de aquellos valles; el santo pactó después de fuertes miradas, benévolas palabras y sueños de igualdad con una osa que arrasaba ganados y pueblos – ya entonces había alimañas que se aprovechaban de las gentes de los pueblos –; el santo puso los cimientos del cielo bajo el edificio de la tierra. Por eso crecemos en armonía entre el silencio y el agua. San Úrbez lugar relajado donde el corazón se hace niño y sueña cuentos de hadas, deja un poso sereno en la mirada y en el alma.

Tozal de Guara, visto desde las praderas de la ermita y refugio de San Úrbez.

Dicen que viajó por estos montes y valles de ambas caras del Pirineo y llegó a vivir y a morir en las sierras de Guara, siguiendo el amor de una pastora. Tal vez nunca conozcamos la verdad completa pero es cierto que el amor mueve montañas, se mueve entre las montañas y deja atrás todas las montañas para hacerlas nubes y baile entre la promesa y la fiesta. San Úrbez vivió entre el amor y el misterio, unió los valles y los robles, las ovejas y las cabras, los humanos y las fieras, en sus constantes idas y venidas, monte arriba, monte abajo – cuentan las historias que hasta la edad de cien años, tiempo de amor y poesía –.

Cuando los montañeros se alejan de este entorno, entre el sueño y la armonía, aún resuena en su corazón como una cantinela de San Úrbez: “sé austero, vive como la naturaleza”

Javier Agra.

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