jueves, 14 de agosto de 2014

PIRINEOS 2014: VALLE DE ORDESA




Entre las estrellas y el aleteo de la madrugada llegamos en autobús desde Torla al aparcamiento de Ordesa. Aún no habíamos desayunado, de modo que nos sentamos sobre piedra seca entre mojadas hierbas para tomar las primeras viandas del día; la naturaleza florece a cada instante con la naciente luz de madrugada; los viajeros comenzamos a ser montañeros, hoy tenemos que subir tienda de campaña, saco y mochila hasta el Refugio de Góriz.

A nuestra derecha el río Arazas canta sosiego y libertad, el sendero por el que avanzamos es el de la izquierda, enseguida dejamos una imagen de la Virgen del Pilar y la senda que continúa hasta Cotatuero. Continuamos entre un frondosísimo bosque de hayas, en el que conviven con abetos y pinos sin preocuparse si son de diferente raza o condición. Unos y otros nos animan a descubrir la luz que llega a nosotros a través de sus ramas, los montañeros sabemos poco de árboles, sabemos que son diferentes y sin embargo nos cuidan y nos protegen.

Cascada de la Cueva.

El valle de Ordesa es de una belleza que asombra. Conversación con los farallones que responden en rumoroso eco, conversaciones con el río Arazas que a esta altura del sendero se vuelve más locuaz y pone voz gruesa de agua de cascadas. Por este paraje, bien se puede emplear un día y aún una vida en el recuerdo. Colores variables en tonos de luz a cada instante, aves que cambian el fulgor de la retina, sonidos diferentes para almacenar recuerdos…paso a paso las hayas entregan al absorto viajero brillos reflejados en el agua. Aquí empleas tiempo en la Cascada de Arripas, con el asombro aún en alma ya estás admirando la Cascada del Estrecho y la inmediatamente posterior de la Cascada de la Cueva.

Los montañeros, que han decidido emplear la jornada para llegar hasta Góriz, se detienen y juegan a poner nombre a la grandeza de las rocas que coronan la altura de los farallones: allí la catedral de Notre Dame, aquella semeja una vaca eternamente paciendo…inmensidad de sueños de los montañeros. El Tozal del Mallo, superado hace ya mucho rato sigue visible y poderoso en nuestro viaje valle adelante. Y cuando aún estamos rumiando el asombro de agua, el Arazas juega a construir las Gradas de Soaso. Nueva pausa, una pareja de sarrios mueven ramas en la espesura y duda si acercarse al agua o esperar que pasemos de largo.

Gradas de Soaso   

Desde la Cascada de Arripas un puente permiten regresar, por la otra margen del río Arazas entre frondosa vegetación y praderas abiertas, a quienes pretendan realizar un paseo más breve. Las Gradas de Soaso, marcan una disminución de la múltiple variedad de árboles; la vegetación disminuye, el agua corre libre por la ensanchada planicie de Soaso. A nuestra izquierda, una marmota con sonido ensordecedor grita nuestra presencia a sus compañeras que ocupan la ladera del monte Tobacor que a esta altura del verano viste su falda de agua y amarillo. El Valle de Ordesa cierra su circo de asombro. Los montañeros prueban senderos y deciden que tienen que llegar hasta la misma Cola de Caballo para admirar su belleza y cruzar el puente sobre el río Arazas.

Cola de Caballo en el río Arazas cierra el circo del Valle de Ordesa.

Quienes han venido hasta aquí de paseo, tienen suficiente con estas tres horas y quinientos metros de desnivel, ya pueden regresar. Subir al Refugio es una tarea reservada a los montañeros. Muchos salvan el fuerte desnivel por las Clavijas de Soaso. Nosotros pensamos que llevamos demasiado peso y las manos muy ocupadas para acometer tal empresa y será más seguro recurrir al muy transitado sendero de las caballerías, muy visible en una zigzagueante ascensión por la derecha.

Vista del Valle de Ordesa, mientras estamos ascenciendo por el sendero de las caballerías.

Hasta el Refugio de Góriz todo es subir, son novecientos metros los que hemos concluido a nuestra llegada. Muchas cosas se pueden decir de este Refugio en el que escasean las plazas durante los meses de verano, que no tiene baños dentro del recinto ni agua caliente para las duchas de los fatigados cuerpos. El Refugio de Góriz es uno de los más frecuentados del Pirineo, está muy bien situado y con magníficas rutas montañeras.

Refugio de Góriz, magníficamente situado para ascender al Monte Perdido, la Gruta de Casteret o la Brecha de Roland, para cruzar a los refugios de Francia, para subir el Casco y la Torre…

Javier Agra.

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