miércoles, 28 de junio de 2017

PEÑAS DEL ARCIPRESTE





LIBRO DE BUEN AMOR, ARCIPRESTE DE HITA.
Cantiga de la serrana fea, Aldara, de Tablada

Cerca de Tablada,              ESTROFA 1022
la sierra pasada,
me hallé con Aldara,
a la madrugada.

En lo alto del puerto           ESTROFA 1023
temí caer muerto
de nieve y de frío
y de aquel rocío
y de gran helada.

En la descendida,                ESTROFA 1024
eché una corrida;
hallé una serrana
hermosa y lozana
y muy colorada.

Yo, como soy humano y, por tal, pecador,              ESTROFA 76
sentí por las mujeres, a veces, gran amor.
Que probemos las cosas no siempre es lo peor;
el bien y el mal sabed y escoged lo mejor.

Las Peñas del Arcipreste recuerdan en la inscripción “AL ARCIPRESTE DE HITA CANTOR DESTA SIERRA DO GUSTÓ LAS AGUAS DEL RÍO DE BUEN AMOR”

Hasta las Peñas del Arcipreste, se puede llegar desde diversos caminos. Uno muy recomendable es desde Tablada a donde se llegará en tren o en coche. Un sendero muy bien trazado permite admirar esa parte de la sierra de Madrid fronteriza con Segovia.

Nosotros llegamos en coche hasta el Alto del León para caminar la cuerda que une este punto con la Peñota a través de diversas cumbres de reconocido nombre: otro día haré también un recorrido “literario” por esa ruta, hoy me quedo con las Peñas del Arcipreste.

Caminando por la linde cimera entre Madrid y Segovia, apenas superamos el Cerro de la Sevillana, hacia la derecha en su Collado, se abre una puerta en una cerca de piedras entre pinos y matorral; el sendero está muy marcado, es el que después se puede continuar para bajar hasta Tablada. El Arcipreste de Hita que sentía viva la naturaleza llegó en diferentes ocasiones hasta esta grandiosidad de rocas, vegetación y trinar incesante de pájaros.

Un cartel indicador nos invita a mirar admirados las rocas que el Arcipreste de Hita visitó en más de una ocasión; un poco más allá, otro cartel recuerda algunos versos de su variado poemario “Libro de Buen Amor”.

El lugar donde narra sus aventuras con la serrana Aldara de Tablada, se antoja pastoril al modo como nos imaginamos las más afamadas aventuras que nos ha contado la literatura. Alfombras de cantueso y hierba, sombras de pinar, frescor de roca y viento son sosiego para el espíritu y respiración libre para el corazón. Acaso nuestro arcipreste pasara por aquí algún día de ventarrón y nieve, hoy es poco probable que nos sacuda “la nieve y el frío de la gran helada”.

El montañero contempla la inscripción que recuerda al Arcipreste de Hita, desde la admiración a la poesía de la montaña y de la vida.

Las montañas de la sierra son hoy lugares de paseo frecuente, son espacios habitados durante las horas del día por montañeros que comparten sosiego y paz con las aves y los reptiles. Pero ahí están las Peñas del Arcipreste, sobre las que se ha escrito el recuerdo de su paso; las Peñas conversan con los actuales visitantes sobre pasados de dureza de vida, de tiempos siempre difíciles, de superación constante, de corazones que palpitan paz.

Javier Agra.

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