sábado, 24 de febrero de 2018

EL MONTE DEL PARDO TIENE RUINAS



Varios sillares de piedra que fueron parte del templo del Buen Suceso de Madrid, conviven con las encinas del Monte del Pardo entre la nieve y el viento.

Amanece en esta tierra variada y limpia, áspera y feliz. De nuevo he contemplado la primera luz paseando entre las encinas del Monte del Pardo. De nuevo he llegado envuelto en este sorprendente claroscuro de vegetación y arena hasta los sillares ruinosos de lo que fueron magníficas columnas y edificación potente del templo del Buen Suceso en Madrid.

Flores talladas en piedra con certeros cinceles de artistas sin nombre duermen sobre esta tierra ajada y próspera, entumecida y cálida.

Allí están en medio de un paisaje de sosiego. Cómo llegaron hasta aquí aún sigue siendo para mí parte de los misterios de esta tierra que habitamos, tierra dolorida y risueña, acuchillada y acogedora. Ya se ha ido la nieve que cubrió estas piedras antaño reverenciadas y miradas con curioso asombro por más de un visitante de aquellos muros del templo que ocupó su espacio en la madrileña zona de Argüelles.

Detalles y vida, historia y recuerdos, amanecer y sol entre los sillares y las encinas.

Por estos aledaños del Monte del Pardo hay indicios de trincheras y dolor, acaso más tarde de escombreras y olvido. Pero yo quiero resaltar la vida que por aquí se abre paso a través de tantos siglos y tantos azares que han ido construyendo esta tierra que hoy es nuestra y de la que nosotros somos parte igual que las encinas y las bandadas de pájaros que sobrevuelan a esta hora de la mañana.

La piedra se llena de vida y canta a la naturaleza.

Me he sentado en los sillares que fueron un día templo y hoy son paisaje de la naturaleza siempre respirando movimiento. De aquel edificio que fue templo y hospital paredaño, hoy queda el antiguo órgano en el templo nuevo y edificios de viviendas que acaso han olvidado su pasado. Algún tiempo permanecerán estos recuerdos de piedra que hablan con el viajero de aquellos años finales del siglo quince cuando se formaron de las moles de piedra de alguna cantera. 

Javier Agra.

2 comentarios:

  1. He tenido la gran suerte de dar un estupendo paseo con el autor y ver esas ruinas abandonadas. Quizá dentro de 200 años, cuando nadie recuerde está extraña historia y la lluvia,los jabalíes hozando, el musgo, hayan mimetizado las piedras con el paisaje, quizá entonces los arqueólogos se volverán locos buscando explicaciones. Fue muy agradable conocer el sitio y la historia. Gracias.

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    1. Te agradezco la atención que pones a este BLOG. Tu sereno disfrute de la naturaleza llena de entusiasmo a quienes compartimos diferentes aspectos de la vida. Un abrazo.

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