Te cuento, amigo lector, que La Pedriza es grandiosa en su conjunto y en cada una de sus partes, de modo que si quieres pasar un día fabuloso puedes ir a la Pedriza. Allí decide si quieres caminar más horas o menos, más espacio o menor terreno, yo auguro que el asombro será grandioso cada vez que estés por aquellos parajes. El asombro es una de las cualidades que más ayudan a avanzar a la humanidad, desde el asombro saltamos a la investigación para satisfacer la curiosidad y de la investigación nacerán diferentes errores y, acaso, finalmente el descubrimiento de la novedad, de la verdad, de la ciencia.
En el puente de madera sobre el río Manzanares, puedes poner el altímetro si lo tienes (yo no lo tengo) a mil veinte metros para orientarte sobre las diferentes alturas a las que quieras llegar. Pero no te pierdas el murmullo más o menos intenso de sus aguas, según la época del año pues el Manzanares a esta altura es un río saltarín entre piedras y salgueros, entre pinares y riscos.
Desde un recodo del sendero de subida aparece majestuoso este peñasco del fondo que se conoce con el nombre de El Pájaro, a su izquierda y más bajo esta la roca que denominamos El Platillo Volante.
La autopista de la Pedriza tiene en su inicio mismo diferentes opciones de continuar diversos caminos que van a confluir en numerosos puntos comunes para todos los montañeros. Por diversas rutas, puedes llegar hasta el llamado Cuatro Caminos; la más directa es la que continúa derecho camino adelante entre las arizónicas y los peñascos, con el arroyo de la Majadilla a la derecha de tu marcha, con el sonido de pequeños saltos y de pausados vaivenes; superado el invisible Chozo Kindelán con la charca Kindelán y la altiva Peña Sirio, llegamos al puente que se desvía hacia el Refugio Giner pero nosotros hoy seguimos monte arriba por el denominado PR M2.
Los montañeros hacemos varias paradas esta mañana, queremos admirar la luminosidad del cielo brillando entre las rocas y reflejado en la escasez de nieve que aún permanece por las umbrías. Allá arriba la Cueva de la Mora, más allá El Pájaro y el Platillo Volante, la Muela con la Cuerda de los Pinganillos y las Arañas Negras… Peñascos con nombre de años y belleza de siglos, peñascos que hablan del Paleozoico.
Cuerda de Los Pinganillos
Las arizónicas han quedado más bajas, subimos entre pinares y jaras, vegetación contorsionada por los vendavales y las tormentas, entre peñascos de apariencia dulce unas veces, otras, apariencia fantasmal; poco más de cuatrocientos metros de desnivel más arriba, llegamos a Cuatro Caminos. Desde este punto, el sendero continúa en inexorable ascenso hasta Las Torres de la Pedriza, otro camino continúa hasta el alto de Los Llanillos y regresa por el Collado Cabrón, otra ruta se dirige hacia la Senda y el Collado de la Ventana y queda la cuarta opción que es el regreso por donde subimos. La Pedriza es una alegoría de la vida llena de belleza y dificultades, de numerosas posibilidades y de muchos desalientos, pero siempre con la esperanza y el empuje sembrado en el corazón.
Hemos llegado a Cuatro Caminos en Los Llanillos.
Para regresar, los montañeros decidimos cruzar la alta meseta de Los Llanillos en la que nos encontramos y buscar la senda del Collado de la Ventana. Este espacio está entrecruzado de arroyos que se aglutinan en el Arroyo Poyos. Cruzar el Arroyo de la Ventana es una tarea sencilla en todas las épocas pues su caudal es escaso.
Aquí me fotografió Jose ante la Cascada del Arroyo Poyos que se ve perfectamente ocupando toda la parte izquierda de la instantánea.
Más abajo, frente a una gran roca que sirve de referencia, el Arroyo Poyos salta entre rocas y arbolado formando una curiosa cascada, se junta con el Arroyo de La Ventana para formar el Arroyo de la Majadilla en su discurrir hasta el Manzanares al que llega antes del pueblo de Manzanares el Real. Los montañeros hacemos diferentes paradas para admirar e interiorizar la respiración pausada y serena de los siglos entre los que vamos transitando. Así cerramos el círculo retomando el PR M2 vadeando el arroyo de La Majadilla sobre un puente de madera de feliz tránsito, para continuar hasta el inicio sobre el puente del río Manzanares y el aparcamiento.
Javier Agra.