jueves, 17 de julio de 2008

OTRA VEZ A LA MALICIOSA

Otra vez a la MALICIOSA

En esta ocasión, la mayor complicación consistió en acceder a esta ventana donde poder escribir. La técnica supone para mi un gran misterio. Así voy comprendiendo que las cosas en la vida no son fáciles, para lo más simple necesitamos esfuerzo, unas veces la voluntad que se nos arruga, otras la ciencia recula y la desidia nos impide el trabajo necesario. Todo es posible con el entusiasmo y, de paso, conscientes de que nos necesitamos unos a otros.
Pasó mi hija por aquí, vió mi cara de angustia, mi silencioso grito de socorro y me iluminó. Así conseguí superar la dura prueba de entrar en esta página. Por eso le estaré siempre agradecido, por eso y por ser mi hija, que más de dos veces es en si mismo un acto heróico, pues aguantar las diversas vicisitudes de mi vida no es fácil. Ahora que la que me aguanta con una inmensa paciencia es Aurora, mi mujer desde hace un cerro de años -el mismo cerro que yo soy su marido-. Lo de cerro es en varios sentidos, también en el de tener que subir las cuestas de la vida, de modo que a veces, más que cerro es montaña, pero siempre con la felicidad de ascender juntos, de caminar de la mano por las veredas de la vida, unas veces bajo el sol plomizo de la duda, otras desde el sosiego entusiasta de la concordia, pero siempre por el camino del cariño que es una fuente de agua fresca, manantial relajante en el lugar oportuno. Así vamos a llegar a la cumbre de nuestra vida, hasta alcanzar juntos el vértice geodésico de nuestro caminar. Contaba que mi hija me descubrió un poco más de ciencia, porque la sabiduría también está en buscar cada cosa y cada dato donde pueda estar encerrado. Otro día diré más cosas de la gente de mi casa, pues somos más, pocos más, pero aún faltan.
Otra subida a la Maliciosa es desde el aparcamiento de Cotos, por la loma del Noruego en un tendido y calmado ascenso, ganando visión, relajando el espíritu y sin tensar los músculos. La calma y la espranza como equipaje fundamental. Tampoco está mal llevar algo más de ropa de la que se piense necesitar, por si acaso. Nosotros utilizamos crampones para la última ascensión a la bola del mundo. Desde allí, por el collado del Piornal, la última ladera hasta la cumbre de la Maliciosa es un destello de luz y vida. La nieve agranda la visión del mundo, la felicidad hace las huellas de los que antes han pasado, más marcadas en la nieve. El corazón se agranda y hace un hueco para la Paz común. Es verdad, vamos siguiendo huellas y dejando huellas por el monte y por la vida. Seguramente ese será el sendero del Amor. La montaña es amor.
Por cierto a esta montaña también se la conoce con el nombre "La monja" por el aspecto monjil que tiene en medio de la nieve. Regresamos hasta venta Marcelino a lo del café y el refresco. De nuevo al coche, sin olvidar los ejercicios de estiramiento y relajación muscular. Y en casa.
Javier Agra

1 comentario:

  1. Hola Javier "Pipa"
    Gracias por invitarnos a pasear y saborear la montaña. Sentir las raíces, las caminatas, subidas y bajadas del alma que todos atravesamos en este camino llamado vida. La esencia y magia del mundo se encuentran en la naturaleza. Están allí, para que puedan disfrutar los que se atreven a mirar, a sentir, en definitiva, a caminar.
    Un saludo y felicitaciones por el blog.
    Indiana y Guillermo

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