domingo, 11 de enero de 2009

NAJARRA

Las cosas pequeñas no tienen dudas sobre su importancia. El pequeño constipado, se sabe origen y meta de grandes pañoladas, de nostálgicas horas de cama, de vasos calientes y ojos de entornada mirada. El pequeño corte sabe que con él se inician las lágrimas, aumentan las caricias, pasean las tiritas y los colores de nombres medicinales. El pequeño suspìro del alma escribe sonetos de amor y vida, esparce púpilas lánguidas, anima largos paseos junto al agua.
Las cosas pequeñas no tienen dudas sobre su importancia. Nevaba: el aire mecía sosegado su sábana blanca sobre las cumbres y sobre las plazas. Seguían las aves volando, sembradoras de partituras y pausas; algún animal menor había marcado su paso, acaso sin voluntad de dejar huella; sobre las peñas, una manada de rebecos indican la cumbre del Najarra: los últimos paseos por esta parte de la sierra hemos vista estas manadas hermosas que están repoblando la montaña.
Las cosas pequeñas no tienen dudas sobre su importancia. Por eso fuimos al Najarra: señalado al inicio o al final de la Cuerda Larga; el Najarra aislado en estas largas caminatas; cumbre de acceso sencillo y prolongadas vistas. Peñascales con vida propia, con sonidos y ecos recogidos a lo largo de los siglos de historia; en otro tiempo pastos de vacas y esfuerzos de supervivencia humana, hoy sosiego de la vista y del alma.
Las cosas pequeñas no tienen dudas sobre su importancia. Sales con el coche, desde cualquier punto de la tierra, cuando llegues a Miraflores de la Sierra, te diriges hacia el Puerto de la Morcuera, tiene un aparcamiento suficientemente amplio. El resto es fácil: botas y cachava, amplio bocadillo - la montaña anima el estómago - y una cantimplora de agua. Dicen, los que saben de montaña, que, por sencilla que parezca, siempre es necesario respetarla y llevar una prenda más de las que te hagan falta. Puede desperezarse un ventarrón, o pasar una nube en rápido vuelo, o encontrarte una persona poco avezada que se arriesgó innecasariamente. Cumbre del Najarra, dos mil cien metos de altura y cien mil esperanzas en la mirada, tu nombre sabe que las cosas pequeñas no tienen dudas sobre su importancia.
Javier Agra.

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