miércoles, 28 de octubre de 2009

SIERRA DE BEJAR (II)

Excelente la vista de las Lagunas del Trampal - recordad la foto del anterior texto -. Allí quedaron algunos montañeros de los que encontramos, cosiendo su mirada feliz al azul del cielo y del valle. Allí se sentaron a meditar sobre el fluir de los ríos de la vida y de la edad. Allí vieron, saltando entre los riscos, sus años pasados y el verdor no maduro del futuro les acomodó la paz en su corazón mientras palpitaban sueños; allí dejamos al solitario montañero con sus sigilosos pasos, la cabeza apoyada en su mano, creador de días venideros ... allí quedaron las cuatro muchachas de frente cantarina y conversación discreta sobre rosas y esperanzas de otras fechas cercanas y calientes ... allí la pareja de enamorados que habían realizado la parte del camino hasta donde alcanzaba nuestra vista tomados de la mano, entre sus dedos el misterio y en sus labios un surtidor de besos.
Jose y yo, ascendimos otro puñado me metros hasta La Ceja - también llamado Canchal de la Ceja -, techo de Salamanca con dos mil cuatrocientos veintiocho metros. Culminación de la inmensa espina dorsal que algún viejísimo dinosaurio depositó en esa parte de la sierra antes de desaprecer para siempre, cuando ya estaba pronosticada su extinción: Me quedaré - se dijo - y allí permanecen hasta hoy las magestuosas escamas de su lomo

A la izquierda de nuestra marcha, la provincia de Ávila. La Garganta de la Solana y, al fondo, la Laguna del Duque - con dique artificial - ponen rumbo a nuestros sueños. Más adelante, siguiendo nuestra marcha, pasaremos a Cáceres. Sus verdes valles no pueden entrar en la cámara de fotos, allí aspiramos el aroma de las cerezas de otras épocas y admiramos las siluetas fabulosas de sus entrecortadas mantañas. Abajo Extremadura y en el sueño - siempre cosido al tiempo y a la tierra - América que vió nuestro suelo por primera vez a través de los ojos y la voz de estas gentes de acero.

En estos parajes de piedra y vegetal - la Hoya Moros se llama - nace el río Cuerpo de Hombre, serpiente muda y amplia de piedras y fiereza. ¿Por qué dijo el poeta que canta el río? Aquí, duerme la siesta y toma fuerza en la oración de la montaña para bajar a los pueblos con mano cálida, pues sabe el río que tendrá que acariciar a muchas personas para quitar las penas y calmar tristezas. Al fondo de la foto podemos ver Los Hermanitos, que así se llaman esas dos montañas que parecen una sola.



Entre poesías, piedras y sudores, hemos llegado a la Aguja o Cumbre de Talamanca. En algunos libros hemos leido que aquí se abrazan las tres provincias: Salamanca, Ávila, Cáceres. No todos están de acuerdo. Nosotros paseamos su cumbre y plasmamos el paso en esta foto. Vemos a las tres provincias y aún respiramos el mismo aíre que las otras comarcas españolas y que el resto de los seres vivientes. En la montaña nunca estamos solos, no existen las fronteras y el abrazo es el mismo en todas las partes de la tierra.

Javier Agra.










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