lunes, 18 de abril de 2011

DESCENSO DEL MANZANARES (I)


No es mentira el título que hoy muestro, ese era el objetivo: el descenso del Manzanares. Pero tampoco resume en una frase el trayecto de la jornada entre luz y nieve. Antes de bajar, fue necesario ascender hasta el Collado del Piornal. Fue necesario ascender, porque el río nace entre los neveros cálidos  del Ventisquero de la Condesa. Para entonces ya nos habíamos quitado el abrigo con el que iniciamos la marcha.

Eran las nueve y dos minutos de la mañana… el sol mecía sus cangilones de oro, con acompasado rumor de viento, para mandarnos rayos amanecidos en esperanza de futuro. Ahí estábamos, montaña arriba. Superadas ya las fuentes del solazado paseo chapoteábamos arroyuelos que conformaban el río Navacerrada; estos días de primavera, la Sierra parece una ladera de agua. Sus sones de magia y flauta sin duda son el baile de las ninfas y los invisibles gnomos… la dulzura del color entre miles de tonos cambiantes son los guiños de las hadas para reposo de quienes avanzan entre la nevada. 

Antes de mil quinientos metros, la nieve se hace agua para formar los sonidos dulces del río Navacerrada, Peña Cabrilla y el Regajo del Pez. De trecho en trecho escuchamos y respiramos vida y futuro.


 El Collado del Piornal está cubierto de nieve y de vida; de presente y de futuro.

Arroyo de Peña Cabrilla arriba, hemos llegado a los sonidos de cascada del Regajo del Pez. Aquí la nieve cubre infinita la indescriptible ladera que brilla en ascenso hasta la loma reposada del Collado del Piornal. A nuestra derecha juegan los esquiadores que suben y bajan – hormigas en hilera – buscando siempre la cumbre más alta de La Maliciosa; a nuestra izquierda el Alto de Guarramillas a quien también notros damos el nombre popular de Bola del Mundo. El sonido de nuestra palabra se mezcla a otros sonidos de palabras de personas, hasta ahora desconocidas… a partir de este instante la Palabra es común regocijo de quienes vienen y van por todos los caminos de la vida y de la Sierra; se añade el sonido de las aves, desde ahora alma de nuestra alma… y el sonido del aire en los pulmones y en el corazón… y el sonido de la naturaleza… y los sonidos nuevos… y los sonidos de la eternidad y del misterio.

 Hoy disfrutamos la compañía de Montse y su perra Blanca.

En este Collado cierro los ojos y recuerdo diversos ascensos por diferentes caminos. Las dificultades y las alegrías de cada marcha que nos ha traído hasta aquí, pasando por la cima de la Maliciosa; desde La Bola del Mundo; desde Quebrantaherraduras; y tantos senderos que terminan, después de superar la desolación y el desaliento, en gozo y paz recién amanecida.

Javier Agra.

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