Montaña arriba
más allá de la nieve y los problemas.
Las Dehesas de
Cercedilla susurran saludos de montañeros en la alborada.
Venta Cirillo, en las Dehesas de Cercedilla es nuestro punto de inicio.
Al pisar entre
la nieve van quedando atrás los agobios, los recelos y los miedos.
Montaña arriba
voy siguiendo otras pisadas que dejaron huellas de libertad en la blancura
honda de la nieve recién estrenada.
El instante se
eterniza entre pisadas y suspiros de hoy y de todos los tiempos sobre la nieve
de la Sierra de Guadarrama, fuente de paciencia y de calma. Superamos el Puente
del Descalzo – antaño entre esta nieve jugaron, se bañaron, fueron felices nuestras
perrillas la recordada Munia, la anciana Pipa – Seguimos el camino que hace
casi noventa años “inventara” el austriaco Eduardo Schmid.
Pisadas de
colores.
Rojas pisadas de
sangre derramada buscando la paz; de sangre robada porque quería igualdad; de
sangre compartida porque la vida mía es también del que sufre violencia. Rojas
pisadas de espíritu valeroso mano a mano hasta llegar allá donde la cumbre está
recubierta de sol; de espíritu silencioso porque la entrega se pregona ella
misma sin otros vocablos.
Violetas pisadas
para animar la marcha dura, inerte, inmóvil…para que la marcha sea de todos
montaña arriba hasta donde las alas superan el miedo y la pusilanimidad;
violetas de luz apuntada en un inicial vigor hacia las cumbre.
Verdes pisadas
confiadas y relajantes; verdes de trino de pájaro y de brillante tallo de
hierba; verde de brote de vida y de promesa montaña arriba sobre la entraña
fértil de arroyos y juncos musicales.
Con el viento en
la mirada y las pupilas ilusionadas llegamos al Collado Ventoso.
Quince ritmos
de pisada, quince corazones batiendo alas, quince voluntades unidas en la
cumbre de la montaña, quince suspiros palpitando al tiempo por la libertad y
por un feliz mañana.
Azules pisadas
allí donde el descanso se hace necesario para tomar una fruta que es renuevo y
vida; azules de fatiga recuperada en calma para continuar de nuevo la marcha
entre los pedregales de la vida, hasta la cumbre donde todos tenemos que llegar
porque nuestra meta es el esfuerzo y el vértice.
Amarillas
pisadas para que nuestra mente quede limpia y reluciente de nieve y sol entre
los pinos siempre animosos; amarillas pisadas que sacan desde el fondo de la
tierra el brillo que engendra calma y asientan en los espíritus de los
montañeros paz y lucha; amarillas pisadas de entusiasmo y calma para llegar
mano a mano hasta la cima donde nos espera la vida misma.
Comida en
la Pradera de Navalusilla
En la Pradera de
Navalusilla, el pinar juega al corro y nos prepara un claro de sol y nieve para
que podamos compartir la comida. La jornada se relaja, los montañeros se
aposentan y hasta la nieve de todos los tiempos se detiene en la montaña.
Pisadas blancas
y negras a un tiempo porque el futuro de gloria está escondido entre los
dolores de la naturaleza; porque la luz resplandeciente está tapada por los
corazones apegados a los pensamientos raquíticos; pisadas negras y blancas
porque se han juntado monte arriba el poder de la humildad y la imaginación
creativa; pisadas negras y blancas unidas en la verdad buscada desde el
encuentro y la amistad montaña arriba más allá de la nieve y los problemas.
Senda de Cospes
adelante hasta el Collado de la Fuenfría y regreso por la Calzada Romana, bajamos
de la montaña más allá de la nieve y los problemas.
Javier Agra
¡Qué bonito! Eres un poeta. Y mira que yo también he recorrido esos lugares (con menos nieve), pero con tus palabras todo parece más bonito.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario, Zarzamora, tú también sabes que los corazones que contemplan la naturaleza tienen la mirada limpia y el alma atenta a las personas.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario, Zarzamora, tú también sabes que los corazones que contemplan la naturaleza tienen la mirada limpia y el alma atenta a las personas.
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