sábado, 9 de febrero de 2013

POR EL COLLADO VENTOSO


Montaña arriba más allá de la nieve y los problemas.
Las Dehesas de Cercedilla susurran saludos de montañeros en la alborada.

Venta Cirillo, en las Dehesas de Cercedilla es nuestro punto de inicio.

Al pisar entre la nieve van quedando atrás los agobios, los recelos y los miedos.
Montaña arriba voy siguiendo otras pisadas que dejaron huellas de libertad en la blancura honda de la nieve recién estrenada.
El instante se eterniza entre pisadas y suspiros de hoy y de todos los tiempos sobre la nieve de la Sierra de Guadarrama, fuente de paciencia y de calma. Superamos el Puente del Descalzo – antaño entre esta nieve jugaron, se bañaron, fueron felices nuestras perrillas la recordada Munia, la anciana Pipa – Seguimos el camino que hace casi noventa años “inventara” el austriaco Eduardo Schmid.


Pisadas de colores.
Rojas pisadas de sangre derramada buscando la paz; de sangre robada porque quería igualdad; de sangre compartida porque la vida mía es también del que sufre violencia. Rojas pisadas de espíritu valeroso mano a mano hasta llegar allá donde la cumbre está recubierta de sol; de espíritu silencioso porque la entrega se pregona ella misma sin otros vocablos.
Violetas pisadas para animar la marcha dura, inerte, inmóvil…para que la marcha sea de todos montaña arriba hasta donde las alas superan el miedo y la pusilanimidad; violetas de luz apuntada en un inicial vigor hacia las cumbre.
Verdes pisadas confiadas y relajantes; verdes de trino de pájaro y de brillante tallo de hierba; verde de brote de vida y de promesa montaña arriba sobre la entraña fértil de arroyos y juncos musicales.

Con el viento en la mirada y las pupilas ilusionadas llegamos al Collado Ventoso.

Quince ritmos de pisada, quince corazones batiendo alas, quince voluntades unidas en la cumbre de la montaña, quince suspiros palpitando al tiempo por la libertad y por un feliz mañana.
Azules pisadas allí donde el descanso se hace necesario para tomar una fruta que es renuevo y vida; azules de fatiga recuperada en calma para continuar de nuevo la marcha entre los pedregales de la vida, hasta la cumbre donde todos tenemos que llegar porque nuestra meta es el esfuerzo y el vértice.
Amarillas pisadas para que nuestra mente quede limpia y reluciente de nieve y sol entre los pinos siempre animosos; amarillas pisadas que sacan desde el fondo de la tierra el brillo que engendra calma y asientan en los espíritus de los montañeros paz y lucha; amarillas pisadas de entusiasmo y calma para llegar mano a mano hasta la cima donde nos espera la vida misma.

Comida en la Pradera de Navalusilla

En la Pradera de Navalusilla, el pinar juega al corro y nos prepara un claro de sol y nieve para que podamos compartir la comida. La jornada se relaja, los montañeros se aposentan y hasta la nieve de todos los tiempos se detiene en la montaña.
Pisadas blancas y negras a un tiempo porque el futuro de gloria está escondido entre los dolores de la naturaleza; porque la luz resplandeciente está tapada por los corazones apegados a los pensamientos raquíticos; pisadas negras y blancas porque se han juntado monte arriba el poder de la humildad y la imaginación creativa; pisadas negras y blancas unidas en la verdad buscada desde el encuentro y la amistad montaña arriba más allá de la nieve y los problemas.
Senda de Cospes adelante hasta el Collado de la Fuenfría y regreso por la Calzada Romana, bajamos de la montaña más allá de la nieve y los problemas.

Javier Agra

3 comentarios:

  1. ¡Qué bonito! Eres un poeta. Y mira que yo también he recorrido esos lugares (con menos nieve), pero con tus palabras todo parece más bonito.

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  2. Muchas gracias por tu comentario, Zarzamora, tú también sabes que los corazones que contemplan la naturaleza tienen la mirada limpia y el alma atenta a las personas.

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  3. Muchas gracias por tu comentario, Zarzamora, tú también sabes que los corazones que contemplan la naturaleza tienen la mirada limpia y el alma atenta a las personas.

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