domingo, 19 de noviembre de 2023

RÍO DUERO IV

El Duero. Las aceñas de Zamora
el cielo luminosamente rojo.
Compañeros. Escribo de memoria
lo que tuve delante de mis ojos

Por los puentes de Zamora,
sola y lenta, iba mi alma.
No por el puente de hierro,
el de piedra es el que amaba.
A ratos miraba al cielo,
a ratos miraba el agua.
Por los puentes de Zamora,
lenta y sola, iba mi alma.

BLAS DE OTERO “Aceñas” en el libro “Pido la voz y la palabra”


Laguna de Fuentes Carrionas. Por aquí comienza su andadura el río Carrión,  muy cerca el río Pisuerga nace a las faldas del pico Valdecebollas en el Parque Natural de Fuentes Carrionas en la Montaña Palentina.  

 

El Rio Duero recorre tierras castellanas por Quintanilla de Onésimo donde se inicia el Canal del Duero para llevar agua a Valladolid; Sardón de Duero con historia de monasterios y abades,  olivos, cereales y renombrados molinos, hoy tiene una interesante central eléctrica; Tudela de Duero recogido en un meandro del río, entre abundante y frondosa vegetación antes de toparse con las murallas de Tordesillas. En el río Cega recoge aguas de Guadarrama y del Puerto de Malagosto en el arroyo Pirón. El Pisuerga que nace en la Montaña Palentina recibe en  Torquemada al Arlanza y en Dueñas el abrazo del Carrión que trae sus aguas desde Fuentes Carrionas en la anchurosa y fértil montaña palentina para caminar unidos hasta el Duero. Mucho antes, en Alar del Rey, del Pisuerga nace el Canal de Castilla para regar una ingente amplitud de terreno.

 


El río Eresma en sus primeros pasos en las Pesquerías Reales de La sierra de Guadarrama en Segovia.

 

Poco antes de Tordesillas, el Duero acoge las aguas del Adaja al que antes había llegado el Eresma cerca de Valdestillas. El Zapardiel  se une al Duero pasado Tordesillas. El Bajoz más conocido por sus buenos vinos que por su escasa agua. Ríos de mi lejana niñez cuando, en la escuela de Acisa, los cantaba señalando con un puntero la cuenca del Duero; cuando me hice mozo y recorrí parte de la geografía con la mochila y el saco de dormir las más de las veces, comprendí que en España llamamos río a lugares donde no siempre corre el agua.

 

He aquí más versos del poema de Gerardo Diego al Duero:

No quiere ver en tu espejo / su muralla desdentada. / Tú, viejo Duero, sonríes  / entre tus barbas de plata, / moliendo con tus romances  / las cosechas mal logradas. / Y entre los santos de piedra  /  y los álamos de magia / pasas llevando en tus ondas  / palabras de amor, palabras.

 

En Castronuño el Duero dibuja una amplia curva y se aquieta en el Embalse de San José desde donde sale la vida de sus aguas por el Canal de San José para regar las tierras hasta Zamora. Recibe por allí al Hornija que permite de un salto llegar de Valladolid a Zamora.

 

El Duero a su paso por Toro, desde la Plaza del Espolón.

 

Más allá entra en Toro para fertilizar una amplia vega entre llanuras, monumentos e historia. Toro, tierra de vacceos, de Doña Urraca, de la Beltraneja y la reina Isabel, de Comuneros… Citado por Góngora, Quevedo o el Arcipreste de Hita… Tierra de vino abundante y exquisito… Declarado Patrimonio Conjunto histórico-artístico desde mil novecientos sesenta y tres. Por su izquierda acaba de desembocar el río Guareña con el agua que ha recogido a su paso en un entramado de arroyos con desigual cauce según las lluvias.

 

Entre aromas de vino y cereales, el Duero cabalga hasta “Zamora, la bien cercada / de un lado la cerca el Duero / del otro, Peña Tajada, / del otro la morería; / una cosa muy preciada” cantaba el Romance de Doña Urraca. Zamora ya era conocida como Ocellum Duri (los ojos del Duero) por el latino Antonino.

 

Lorca en “Impresiones y paisajes” (1918) describía Zamora: “Pasa el río por Zamora, verde y manso. La enorme calva bizantina del cimborrio se mira en las aguas profundas…pasan lentas las barcas sobre las ondas… Las iglesitas románicas descienden por las callejas hasta el río… Éste va lentamente arrastrando su gran prestigio de evocaciones históricas al sonido grave y suave que produce”.

 


El Duero a su paso por Zamora, con las aceñas de Olivares.

 

Primero fue el Puente Nuevo,  puente de piedra con sus dieciséis arcos, allá en el siglo doce, desde el que se controlaba el trasiego y en el que se cobraba el pontazgo;  acaso para sustituir al puente Viejo también llamado de Olivares del que apenas quedan unos restos. En mil novecientos se inauguró el puente de Hierro que sale hacia Salamanca; puente del Ferrocarril de mil novecientos treinta y tres; el puente de los Tres Árboles de mil novecientos ochenta y nueve reconstruye en sus veletas las imágenes de “El Peromato” y “La Gobierna” de aquel primer puente; el puente de los Poetas del dos mil trece.

 

Unamuno, Blas de Otero, Agustín García Calvo, Claudio Rodríguez que bautizó el río con el nombre de “Duradero” han cantado al río que pasa por estos pagos. Acaso el más conocido es el poema de Gerardo Diego que he ido desgranando en diferentes entradas y del que aquí escribo los últimos versos: “Quien pudiera como tú / a la vez quieto y en marcha /cantar siempre el mismo verso / pero con distinta agua.  / Río Duero, río Duero / ya nadie a estar contigo baja / ya nadie quiere atender / tu eterna estrofa de agua / sino los enamorados / que preguntan por sus almas / y siembran en tus espumas /palabras de amor, palabras”. 

 

Recordad, amigos lectores, cuando visitéis Zamora, que estáis contemplando la ciudad que tiene el más rico patrimonio arquitectónico románico reunido en una sola urbe.  

 

Javier Agra.

 

 

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