jueves, 16 de octubre de 2008

LA MUJER MUERTA DESDE REVENGA

La Mujer Muerta vista desde Revenga, está dormida cubierta por un finísimo manto de luz
Las praderas se ensanchan, el camino se diluye entre los árboles. (Ana, gracias por las fotos)


Ahora lo recuerdo con el aliento sonriente, con la mirada aún bañada en la nostalgia, con la frente iluminada de verdor. Después de ocho horas empleadas para terminar la marcha, las piernas temblaban entre asustadas, emocionadas y temerosas de que a mi, su dueño, se le ocurriera reiniciar la marcha. Fueron ocho horas de emoción y abrazo con la naturaleza.
Dejamos el coche en el pantano de Revenga, ¡fuera del agua claro! y allí mismo estaba la silueta dormida del amanecer de la Mujer Muerta. Comenzamos la marcha, muy felices, llegaríamos más felices y con las fuerzas arrastradas entre nuestra sombra desgarrada por las peñas de la Pinareja.
¡Qué hermosura de paisajes! ¡Que aliento para el espíritu! Las praderas se ensanchan, el camino se diluye entre los árboles. Pasamos despacio a través de los pinos y de las rebollas (así llaman en el pueblo donde nací al robre rebollo); algunos pensarán que nuestro lento caminar se debe al cansancio, Jose y yo creemos que es por no despertar a las pequeñas hadas que aún duermen, pues no ha llegado el medio día y todos saben que no se acuestan hasta que el alba y la noche se dan el último beso. Seguramente Pipa y Munia saben donde duermen en silencio las hadas y los elfos, pues se han tumbado junto a una enorme raíz a conversar con los frutos diminutos de un espino majuelo, seguramente se estarán contando secretos de lo que vieron por la noche los árboles del bosque.
Nosotros no podemos emplear el tiempo en estos misterios, hemos de seguir. Saltando vallas, inventando caminos donde no hay sendero. Ahora una parada, ahora otro otero, ahora sigo de frente, ahora me pierdo. Pero la montaña se pone en pie y nos hace señas con su dedo: allí está la Mujer Muerta y allí iremos.
Llegamos al pedregal, es la hora de la quietud y del caminar lento. La montaña nos enseña la calma, nos muestra que hasta el final no está todo hecho. No puedo describir mejor el camino porque fue un laberinto de intentos, como la vida, que cuando elegimos un sendero dejamos, seguramente, trescientos. Munia y Pipa nos miran: ¡deberíais ir al zoo! ¡os asombraría la velocidad de las tortugas!
Atrás ha quedado La Muela. En la Pinareja, junto a la cruz de hierro, con el sol de cara y el corazón bailando por la emoción y el resuello nos comemos la ensaladilla, el pan y el queso en el restaurante libre del viento: el aire que entra y sale con libertad de todos los pechos y lleva palabras de cariño y misterio de mis labios a tu pensamiento; el aire libre que vuela invisible, a cada corazón, desde el mismo cielo.
El cordal de más de diez kilómetros que da nombre a la Mujer Muerta está formado, además de las ya citadas la Muela y la Pinareja, por el Oso y Pasapán. Cumbres que, vistas desde el sentido de nuestra marcha iniciada en Revenga - muy cerca de Segovia- dan a esta cumbre la apariencia de una mujer dormida, cubierta por un finísimo manto transparente.
Pero el origen es, como todo lo importante, una historia de amor: En una aldea cercana, cuentan que un pastor estaba enamorado de una bella pastora de la zona. Los celos le hicieron creer que ella pretendía unir su vida a otro joven. Lleno de ira, mató al muchacho, a quien tenía por rival; tambíen terminó con la vida de la hermosa joven. Enloqueció ante lo que había hecho, también parece que enloqueció la naturaleza, pues a los pocos días irrumpió un fuerte terremoto, resultado del cual, apareció en la sierra la silueta de la mujer que había muerto por aquel arrebato pasional, permaneciendo hasta hoy como recuerdo del amor y superación del odio.

Javier Agra.




1 comentario:

  1. Si el precio por poder seguir leyendo tus relatos, es mandarte alguna de las fotos que atesoramos, ¡barato me lo estás poniendo!.
    A tu disposición. :-D
    Ana

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