jueves, 16 de agosto de 2012

PICOS DE EUROPA: PICO TESORERO


Pico Urriello, Morra, Campanarios, Tiros Navarro.
A la sombra de la gorra, la brisa y el sol son una bendición a esta hora en que estamos dando cuenta de las viandas en el Collado de Horcados Rojos. Un grupo de chovas piquigualdas aletean y saltan a nuestro alrededor. Jose y yo sabemos que es una costumbre dejar alguna miga para que las aves también puedan comer, a cambio ellas nos hacen acrobacias y sombras chinescas como si el esfuerzo realizado nos diera derecho a participar del teatro colorido de la naturaleza.
Al fondo el Tesorero, nuestro objetivo de esta jornada.
Hace ya cinco horas que iniciamos nuestra marcha desde El Cable. La mañana estaba bulliciosa a finales de julio en Picos de Europa. Nuestro interés era llegar al Pico Tesorero. Hasta la Vueltona, prácticamente, el silencio de nuestras pisadas acompaña a otras pisadas silenciosas, porque todos estamos sembrando el corazón entre estas piedras de caliza milenaria, porque todos queremos lavar y labrar nuestro espíritu con el sosiego de la eternidad recién amanecida.
Innumerables granos de arenisca y pequeñas rocas han puesto tienda a nuestro paso, nos ofrecen sus escasísimas y diminutas flores y acompañan nuestra lentitud con la cadencia de su oración de hace siglos. Por fin una sombra en medio de la subida justo antes de ignorar la salida hacia el argayo de la Canalona – algún montañero seguirá hoy esa rienda camino de Peña Vieja –; descansamos y seguimos…el murmullo se ha transformado en lumbre, el sol ha puesto una sucursal en Cabaña Verónica y, desde allí, irradia oro y llamaradas a todos los rincones.
El comienzo de la ascensión es un laberinto: senderos, hoyos, rocas, murallas…la intuición nos señala la mejor ruta en esta base abierta del Pico Tesorero. Es necesario caminar y elegir, es necesario tomar decisiones y continuar…la meta está en lo alto…una equivocación…nuevo impulso. Ya llegamos a Los Urrieles con la roca horadada haciendo un capricho de la caliza. Ya ponemos nuestros pies en la loma que apunta directamente hacia la cumbre.
Pirámide final. Nos faltan unos noventa metros.
-          Aquí – me dice Jose – cuentan los libros que comienza un laberinto.  
-          Yo tengo tan enrevesada la cabeza que todo me parece laberinto.
-          Elijamos bien el camino – indica Jose –.
-          Jose habla como los filósofos de toda la historia humana: ¡elegid bien el camino!
Dejamos las mochilas, nos prepararnos para el trepe. Arriba la cumbre; bajo nosotros Cabaña Verónica y una inmensidad de Picos de Europa.
Llegamos a una plataforma donde dejamos las mochilas hasta que bajemos de vuelta. Aquí una nubecilla hizo de sombrajo para nosotros mientras Los Picos se ampliaban en numerosísimas cumbres que Jose me describía con brillo emocionado en la mirada y entrecortada respiración; yo nada añadía a su didáctica montañera, nada añadía porque nada sé y porque solamente tenía tiempo para calmar poco a poco la respiración fatigada de la ascensión.
En la cumbre. Jose toma el testigo mientras vemos tras él, inamovible y fiero, el Pico Urriello.
La cumbre nos miró con mimo, en la altura se cruzaron nuestros ojos enamorados: allí la cumbre cercana, aquí nosotros solamente humanos y, además, un poco asustados. ¡Saltad hacia vuestra izquierda! ¡Librad, por un corte que está a vuestra izquierda, esa roca gorda que tapa vuestro paso! – Era la cumbre quien nos estaba guiando –. ¡Gracias, tus indicaciones nos hacen más fácil la venturosa aventura! Pero ni así resultó sencillo. Un paso nos llevó a una grieta de ascenso y otro segundo, cuando ya nuestro espíritu caminaba entre el temor y la búsqueda, nos posó en los brazos pétreos y firmes de la cumbre del Pico Tesorero. Allí bailó nuestra alma, allí nuestro espíritu entró en éxtasis, allí toda la tensión de la subida fue armoniosa canción.
Desde la cumbre vemos cercano el grupo del Llambrión. Con Torre Blanca, Tiro Tirso, El Llambrión, La Palanca.
La grandiosa hermosura de Picos de Europa está ante nosotros más allá del Collado de Horcados Rojos mientras comemos unas viandas a la sombra de la gorra.
En Horcados Rojos -con el Pico Tesorero al fondo- comenzó nuestra ascensión, aquí nos sentaremos en cuanto pueda moverme – la pose no es tanto para la fotografía que está haciendo Jose, cuanto para tomar resuello y compostura –.
Javier Agra.

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