lunes, 13 de enero de 2025

ESTAMPAS: YUCA


De la riquísima diversidad vegetal que se extiende por el Monte del Pardo, me he quedado a contemplar la planta de yuca que resalta su hermosura entre la carretera de descenso del campo de tiro al plato y el cúmulo de piedras labradas esparcidas en desorden, procedentes de la antigua iglesia del Buen Suceso cerca de Moncloa.

La yuca es un emblema de convivencia y fraternidad, pues se ha adaptado a diferentes condiciones de clima y altura, de vientos y de sequedad. En todas partes prospera con su armoniosa elegancia y su llamativo colorido, con la grandiosidad de compostura y crecimiento. Entre agua o entre rocas, entre desiertos o entre abundancia, la yuca sonríe constantemente a los viajeros que la admiran y la adoptan como alimento.


Planta de YUCA en el Monte del Pardo.

La yuca mira al cielo en las noches de estrellas y en las noches iluminadas por la luna. En el amplio mantel de la noche, la luna nos describe como somos, cuenta los pensamientos de los humanos y los escribe en el libro del tiempo sin días. La luna salva nuestros silencios y escribe con su pluma de blanquecina luz lo que no tiene nombre.

En la soledad luminosa de la noche, la planta de la yuca se ha transportado en un velo etéreo para erigirse en pendientes de la luna. La luna y la Yuca han formado un sistema mutualista y se alimentan mutuamente, intercambian su fortaleza y su belleza, emplean la noche para imaginar fortalezas humanas en la construcción de una tierra más fértil y más igualitaria para todas las personas y para la naturaleza entera. 

En el frondoso Monte del Pardo, los pinos son abanicos del cielo que mecen sus púas para liberar al viajero de las tensiones de la vida, son alas de viento que transportan al paseante más allá de las rutinas de cada día y lo transportan a espacios de luz y de eternidad. Los aromas de jara, de encina, de brezo, de anís en rama verde envuelven a quien pasea absorto por estas veredas y lo transfiguran en mensajeros de paz y de igualdad. Y en mitad de esa jardín de Edén, la planta de yuca es la presencia de todas las personas y todas las culturas de la tierra, para hacer de este instante feliz una simbiosis de la humanidad entera abrazada ya para siempre a la naturaleza y a la eternidad.

Acaso mi espíritu está conectado a otros espíritus que, en días cercanos a este que yo observo la luminosa planta de la yuca, también hayan empleado algún tiempo sereno o alguna mirada de soslayo al pasar, sobre esta misma planta. Acaso los pensamientos de las personas están, aún sin imaginarlo, más cercanos en la memoria colectiva de lo que imaginamos. Acaso las estrellas de la noche tienen información y cuchichean sobre las palabras que las personas dedicamos en diferentes momentos a una misma planta, a un mismo objeto, a una misma ave que vuela a nuestro paso.


YUCA, en plano corto.

He visto en mis paseos, mientras contemplo la belleza de la yuca, salir de sus flores mariposas… y yo no sé si sus flores se metamorfosean en brillantes lepidópteros voladores o serán mariposas reales que llevan el polen en sus diminutas patas para engendrar vida de yuca en otros suelos cercanos. Acaso son mariposas que han vivido algún tiempo, mientras eran orugas, mamando la leche vital del polen de la yuca.

Javier Agra.

 

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