Nosotros fuimos. Si quieres ir a ver
los tejos milenarios de Valhondillo, aparca el coche en el kilómetro treinta y
cinco y medio de la carretera que une el Puerto de Cotos con el monasterio del
Paular. De allí sale una senda que baja hacia el río…
Las sombras de los árboles bailan entre
nosotros mientras pasamos buscando la paz y algún sendero escondido; la
naturaleza me ha dado la semilla del conocimiento y la luz de los caminos.
Sombras y árboles son armonía de nuestros pasos esta mañana de iluminada
montaña. Somos un grupo de aventureros… hoy parecemos más peregrinos tras la
sabiduría de la tierra. Hoy no escalaremos otras cumbres que las del gozo y la
unión armoniosa con cada palmo de la vida que bulle entre la maleza, camino de
los tejos milenarios de Valhondillo.
Cobijado entre las sombras del valle del
Lozoya se esconde un grupo de tejos…dicen que uno de ellos supera los mil
quinientos años…dicen que está entre los tres más viejos de España… dicen que
ha visto tantos fríos y tanta angustia que llora, durante la noche, agua salada
sobre el río Angostura…dicen que ha visto tantos corazones enamorados y tantas
esperanzas entusiasmadas que ríe, en las madrugadas, canciones y romanzas.
Fríos no de nieve, no; con ese frío bien pueden los tejos de fiera corteza; lo no
han podido superar en tantas décadas de vida son las caras ateridas por el
miedo y la persecución…dicen que quedan pocos tejos en la sierra, en las
naciones cercanas porque ha sido más fuerte el dolor que el consuelo…y dicen
que estos permanecen como canto a la esperanza porque quieren contar a los
humanos que más allá de las penas son canciones de vida florecida y de
resurrección a la ilusión de una vida compartida.
La parada de la manzana bajo los
milenarios tejos de Valhondillo.
Tejos de Valhondillo junto a las aguas
antiguas de rumores añejos; sagrados tejos, sentados a la sombra de vuestros
años quiero preguntaros por los siglos donde la sangre se vertía entre tus
aguas con furiosa venganza; por los siglos en que la paz se hizo rezo en tus
eremitas sombras de huertos entre las riberas milenariamente silentes de tus
pupilas doradas, tejos de agua que marcan la pausada cadencia de mis pasos
entre la luna y la esperanza; quiero preguntaros por el presente sin magia, de
medicamentos y sueños terapéuticos, de deseos y frutos de vida eterna.
De entre todos los tejos de la zona, este es el más longevo.
Más allá de las frondosas riberas, de entre
las peladas cumbres de la Cuerda Larga bajan cantándolos arroyos; nosotros
somos navegantes de la naturaleza y entonamos himnos de humanos, perros, aves,
vegetación y vida entre los que se llaman Valhondillo y Zorras, antes de unirse
entre los helechos y los pinos en el río Angostura antes de que el Lozoya sepa
su nombre. Volvemos a casa contando entre multitud de acebos mientras aves ponen
los coros de musical brillo y llevan entre sus patas semillas y frutos variados
porque han entendido que la vida en la montaña es convivencia y necesita tiempo
y silencio para crecer entre el verdor, la luz y la paz.
Javier Agra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario