sábado, 29 de junio de 2013

LA PEDRIZA: POR LAS TORRES (2)

 Sentados entre dos de las Torres de la Pedriza, después de contemplar la mano de Dios y su Dedo, nos da por pensar que en el silencio de la Pedriza podemos meter el vuelo de una abeja con polen en sus patas camino de la dulcísima miel, la respiración pausada de una oveja a medio día sesteando entre las sombras, el tren AVE en su galope máximo, el Retiro de Madrid con su Feria del Libro, o un paseo tomados de la mano bajo el sol de primavera…



Estos riscos de granito del norte del Circo de la Pedriza Posterior unen con la Cuerda Larga por las Peñas Linderas, más allá unen con toda la tierra y con los latidos de la vida natural allí donde respira una esperanza y un clamor por un futuro mejor. Pero hoy hemos llegado a este lugar poético por un camino de esfuerzo y constancia. Comenzamos en Canto Cochino sobre las límpidas aguas del bravo Manzanares; los salgueros de las orillas cantaban Laudes a la naturaleza cuando se poblaban los diversos caminos de distintas expediciones de montañeros.



Abajo han quedado desviaciones, los llanos de la Peluca…estamos en Cuatro Caminos en los Llanillos; esta mañana salta el agua en riego luminoso de música y frescor sobre las raíces de la Sierra y los corazones de los montañeros. Hermosísimos grupos de pino se han acercado hasta estas entrañables rocas dispuestas para conversar unas con otras; aquí un vivac, allá una lagartija diminuta sortea el peligro de una tela de araña y bebe en el arroyo; la inmensidad de la Pedriza encierra pequeñas y tiernas historias que los montañeros – el alma limpia y el corazón ampliado hasta abarcar la naturaleza toda –  van guardando en su retina como una fuente inmensa de sabiduría natural.

Observad, amigos lectores, el simpático nombre de Cuatro Caminos.


Y a continuación nos encontramos con este vivac de considerables proporciones. Nos ofreció una disculpa para hacer una parada y beber un sorbo de agua.

Prado Poyos, donde el tiempo se remansa y espera a los montañeros desde hace muchos siglos. Aquí arriba es preciso sentarse, no por el cansancio que en esta jornada es llevadero, es necesario contemplar el cálido aíre entre el horizonte y la piedra, desde la silenciosa lagartija al altísimo vuelo de los buitres; sentados nos quedamos pasmados entre el brillo de la piedra y las frondas color de  primavera; la Pedriza tiene hermosuras que eran inmensas antes incluso de que los humanos primeros abrieran sus pupilas al primer asombro de lo bello. Aquí, sentados en los poyos, el tiempo recorre lunas del pasado, salta hacia el porvenir de paz y libertad, se remansa en el presente de brillos y poemas. Tal vez el Collado del Miradero sea la punta culminante de este lugar singularmente hermoso, tal vez los nombres se confunden.

En medio de este hermoso pinar se asoma gigantesca La Bota.

Sobre nosotros el cielo, con el sonido lejano del azul del mar; esta hora del medio día, surcan los cielos veleros de otros lugares imaginados; vamos hacia las olas infinitas de canciones limpias, estamos caminando hacia el cielomar con las botas siempre dispuestas para poder superar la dificultad. Sea como fuere, los montañeros admirados y atónitos, continuamos serpeando bajo las Torres por el sendero que acerca paso a paso hasta su falda. Están hoy las Milaneras sin milanos y el Llano de los Gavilanes sin gavilanes, vacas y caballos han tomado su verdor, hasta las Covachas han conquistado. Los montañeros, admirados y atónitos aún, entramos entre las Torres tres y cuatro para hacernos una foto a la sombra del Dedo de Dios.  

Hemos superado las Torres, llegamos a los dos mil metros, que será la máxima altura de esta jornada.


Viejas marcas nos indican el camino sin posible pérdida; terminamos la subida entre rocas y sobre un suelo arenoso; a nuestra derecha vamos rebasando, con la lentitud de un tiempo sin prisa, las Torres que esperan a nuestra derecha a otros viajeros que vendrán absortos…también ellos quedarán admirados y atónitos; nuestro sendero se asoma al corazón de la Pedriza, enfilamos hacia el Comedor Termes… Continuará, o eso espero.


Javier Agra.

No hay comentarios:

Publicar un comentario