lunes, 12 de julio de 2010

PEÑA TREVINCA (I)

También están los que llevan consigo todos los derribos del pasado y los nudos de los troncos secos de la vida.



Nosotros Comenzamos la excursión besando el atardecer desde las montañas cercanas a San Martín de Castañeda desde donde contemplamos extasiados el Lago de Sanabria, el mayor lago glaciar de España. – Supongo que en Europa habrá unos cuantos mayores. Además del Mar Caspio, existen más de dieciocho mil en Finlandia y otros muchos que merece la pena contemplar ¡alguno será de origen glaciar! Mas no he de intentar aleccionar sobre este tema –.

La luz del atardecer traía reposo, raíces, hojas y paciencia que, entre los montes de roble, cantaban melodías de siglos en nuestros oídos. Abajo el pueblo, más allá el lago… la Sierra de la Culebra… los sueños dorados de los humanos siempre cerca. Cada persona en su terruño describiendo, con los ojos cerrados y sin error, los lugares hasta donde alcanza su mirada. Los montañeros miramos y vemos más allá pues donde no llega el ojo, imagina el alma.



Pero hoy estamos pisando el prólogo del cielo. La laguna de los Peces tiene un aparcamiento donde los vehículos duermen antes de alborear. Allí dejamos nuestro coche y comenzamos una larga caminata por el Collado de Ventosa hasta el Alto de Borzabuelo. Los primeros rayos de Helios están sentados, recién apeados del carro, esperando para entregarnos una gorra – el día puede ser amplio de sol y fatiga –. Desde aquí vemos el Embalse de Vega de Tera y recordamos el viejo Ribadelago: suenan las campanas entre los llantos de la madrugada.

Las vacas sonríen a la hierba, la hierba a las retamas, las retamas a los collados, los collados a los animales corredores, los animales a las aves voladoras, las aves a los humanos y los humanos llevamos la sonrisa corazón a corazón hasta desembocar en el mar de la inmensidad.



Ingente cantidad de agua mientras cruzamos hacia el Casal de la Porquera, lugar de múltiples arroyos: El Serradeiro, La Porqueira, arroyo de La Cuchilla. El agua y el verde hacen la delicia de los conejos y de los corzos. El agua es vida y sonrisa. Estamos pisando la sonrisa del río Tera, un poco más abajo, en el valle, formando el Embalse de la Vega del Conde.

Javier Agra

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