lunes, 21 de mayo de 2012

SIERRA NEVADA: AL REFUGIO DE POQUEIRA

-->
Es la mañana de la nieve y el sol. Diversos caminos son posibles para ascender hasta el Refugio y más tarde al Mulhacén; nuestra primera intención era llegar con el coche hasta la Hoya del Portillo, seguramente el modo más cómodo y corto, pero la nieve impide tal propósito; desde Trevélez ya está descartado pues toda la logística va en otra dirección. Arrancamos desde la Cebadilla en  la Central hidroeléctrica de Poqueira.

El camino está bien marcado. Inmediatamente hacemos una fuerte subida entre encinas, pero como nosotros somos observadores vemos también no pocos castaños y algún nogal; antes de nosotros han pasado por aquí riadas de humanos, está muy trazado en serpiente fornida y accesible; será suficiente seguir los postes con las señales PR-A 23 y dentro de tres horas llegaremos al refugio. 

Pero los montañeros seguimos, además, otras señales: Vemos el suelo verde de la primavera y escuchamos el silencio de las sierras que no cesan de conversar entre los pájaros y el agua; algún grillo despistado vive por esas latitudes aprovechando los prados que antaño fueron fincas prósperas. Hoy vemos diversos tejados ajados por el tiempo y el olvido; cortijos donde el sueño de prosperidad conversó en árabe y acaso en latín primero. 

El sendero sigue la linde del río, sube una loma y baja hasta cruzar el Naute entre puentes de piedra de madera, puentes que llevan muchos años escuchando el rumor de la nieve que narra las historias de las cumbres. Los puentes detienen a los viajeros sin recordar cuándo fue la última vez que les contaron las consejas de las alturas; los puentes detienen siempre a los viajeros y son estos quienes piensan que se detienen para hacer fotos. A nuestra izquierda la Loma Púa, al fondo enhiesto y conversador el Mulhacén: nos cuenta leyendas sobre el origen de los pueblos, sobre las lágrimas de la Virgen de las Nieves que fueron inicio de regadío… 

El Naute se cruza de lado a lado varias veces, sobre puentes firmes y consistentes.

Aguas arriba del Naute nos sorprende la hermosa visión rojiza del Tajo de Cañavate, una bellísima pared donde habitan las águilas y seguramente hasta los corzos tendrán difícil la escalada; de asombro en asombro veremos cascadas y llegaremos al Cortijo Nuevo entre cerezos: conserva el nombre, pues hogaño está entre la ruina y el sueño. Nos sentamos a esperar el arroyo que baja del Veleta. Con estos suspiros de gozo nos retrasaremos sobre el horario que habíamos ideado al iniciar la marcha, ¡pero la hermosura puede trastocar tantos planes a lo largo de la vida!


Hace rato que vemos la cumbre menor del Mulhacén; estamos ascendiendo hacia el Cortijo de las Tomas, seguramente sería un lugar estratégico para controlar las acequias de regadío que cruzan la amplísima ladera entre los dos mil y los dos mil doscientos metros de altitud. A ese punto llegamos con la fatiga en la mochila, en las botas y en el cuerpo entero. Aquí se terminan los postes y comienza unas altas balizas que nos llevarán hasta el Refugio. Hoy nos toca abrir trocha sobre la nieve.

¿No llegará nunca? ¿Nos desanimará la niebla que susurra cuentos de apariciones, lobos y fantasmas? Seguramente los lobos – que otros tiempos recorrieran estos montes seguirían hoy temiendo a los humanos – y para fantasmas nos bastamos a nosotros mismos. Llegamos a la plataforma, al fondo está el Refugio de Poqueira, podremos comer caliente y descansar. Mañana nos espera más nieve y más victoria.


Por cierto, El Refugio está atendido con primor, cuidado y esmero. Las personas que lo guardan son atentas y amables en todo punto y dimensión.

Javier Agra.

No hay comentarios:

Publicar un comentario