Granada tiene nombres de sueño y aceituna, planos de
luz y toronjas. Granada la de las siete lunas, llenas de sabor a violines y
guitarras, suena barranco arriba entre las ramas de pino y encina, pinceles
pintando algún cerezo y pellizos de castaños. El coche ha vuelto a nombrar con
los nombres de siglos las piedras que ahora miramos desde el silencio y la
emoción.
El Barranco de Poqueira sabe historia de mil nombres
y dos mil historias de guerras, traiciones, amores y desvelos. Guarda, una a
una, las vidas pasadas de gentes obreras que han construido el verde y regado
los surcos cercenados por macabras pendencias. Tres mil soles, cuatro mil
victorias más allá del miedo y la pobreza están creciendo desde la raíz hasta
las flores entre las faldas de los montes el Barranco de Poqueira. Sabe hablar
en latín dese los días que fue asentamiento romano, habló después con el acento
de los godos y aprendió árabe hasta que llegó el castellano del siglo de oro
con la repoblación trágica.
Hoy se han callado los gritos de guerra; ahora suena
la música de la concordia y la espera. Amanece el día cuando el sol se coloca a
la puerta del Poqueira y canta, con armonía de agua, a las visitas que se
adentran en sus pechos y en sus entrañas. Tal vez cuando llegues ¡oh viajero! esté lloviendo entre sus verdes arbolados; acaso ¡oh viajero! te saluden entre
soles y guitarras; más adentro de la meteorología quédate con el calor
permanente de sus entrañas; cierra los ojos y verás una comarca de luz y de
abrazo.
El Barranco de Poqueira recoge las aguas del
Naute, el Mulhacén entre las nubes pone su agua infinita a disposición de los
regantes, de la electricidad, de la vida.
Bubión, estamos en el conjunto histórico del
Barranco de Poqueira. Calles y casas construidas por los árabes y conservadas
por los habitantes del pueblo, los tejados construidos con launa – parece que
es complicado conseguir tejas por la calidad de la arcilla de la zona – con el
tejado plano formando los terraos que acumulan la nieve y así está más libre la
puerta de las casas, paseamos por sus coloridas calles florecidas con la
hermosura del adorno de sus macetas brillando de luz bajo la nieve y el agüilla
que va cayendo a intervalos. Visitamos la iglesia de Nuestra Señora del Rosario
con la campana de San Sebastián y el famoso Campanillo, construida en estilo
mudéjar y cuya torre aún resuena con los alaridos de dolor de Abén Humeya al
que sirvió de baluarte durante la revuelta de este terrateniente contra Felipe
II cincuenta años antes de la expulsión definitiva de los moriscos; nos paramos a la puerta del
museo en una casa del tiempo de la reconquista.
Desde Capileira se ve grandiosa toda la
comarca.
Pampaneira, pueblo blanco con su central
hidroeléctrica; pueblo colgado en las faldas de los montes; araña el coche con
sus uñas de metal la carretera ascendente mientras nos cuentan que las fiestas
de estos pueblos se repiten cada año en agosto porque es el mes en que el
turismo y los antiguos habitantes acuden a triplicar la población. Aquí la fiesta
del Entierro de la Zorra tiene más boato en agosto que durante el momento original del
día de la Santa Cruz el tres de mayo.
Llegamos a Capileira, aquí haremos noche. Estaremos más horas para
ver su templo de Santa María la Mayor, admirar en ella la torre campanario y su
imagen de la Virgen de la Cabeza – que hoy está engalanada para salir en
procesión – entregada por los Reyes Católicos en el siglo quince. Aquí nos
dieron indicaciones precisas y alentadoras para acercarnos, mañana, hasta el
refugio de Poqueira. Permitidme un gracias a la mujer que atiende con
dedicación y acierto el centro de información de Capileira.
Templo de Capileira con la imagen de Santa María
de la Cabeza.
El río Poqueira recoge las aguas del Mulhacén y del
Veleta a través de arroyos que van al Naute y mañana recorreremos; está aprovechado
con diversas centrales hidroeléctricas y para el regadío; pierde su nombre en
el río Trevélez que a su vez llega al Guadalfeo antes de llevar, entre quebradas y múltiples curvas, el abrazo de
estas tierras hasta el Mediterráneo entre Salobreña y Motril.
Javier Agra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario