Cima de La Maliciosa, en invierno.
Hace ya un año que se nos
fue Munia con el suave roce de su morro a pasear por otras montañas. Esta tarde
de julio, cuando somos muchos los que paseamos por los mismos huertos y
senderos por donde ella caminó, nombramos en silencio y recato su terso pelo de
color gris perpetuo y vemos sus ojos siempre mirando al frente en inmensa
búsqueda de aromas lejanos.
Seguimos en silencio,
bajo los tilos y los plátanos de sombra, pensando en la importancia de ser parte
íntegra de la íntegra naturaleza. Munia, suena tu nombre entre el calor y la
cosecha. Filósofa del tiempo y la soledad; empuje perenne hacia la cumbre y la
meta. Munia sigue caminando entre las montañas eternas.
Javier Agra.
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