lunes, 30 de marzo de 2020

DESDE LA BICICLETA: MAMPODRE



Esta mañana la bicicleta estática me lleva por su cuenta hacia las cumbres de Mampodre en las montañas de León. He decidido que ella me guíe como conducía Rocinante a Don Quijote sin otro rumbo que el de su buena ventura. Está en lontananza, mas la magia de la ensoñación hace realidad la fantasía y así nunca sabremos si es más realidad lo vivido o lo imaginado “que toda la vida es sueño…”


La fotografía muestra los Picos de Mampodre desde la entrada del valle entre senderos sosegados, praderas animosas, espinos, vegetación de montaña… Los nombres los sé porque los ha puesto Jose, experto montañero e inmejorable compañero de estas agrestes aventuras.
 


Estoy subiendo ya las estrechuras que ha dejado atrás el ensoñador pueblo de Maraña, metido en sus verdes valles de montañas y serenidad con los majuelos silvestres floridos, los frutales domésticos  en flor y los huertos apuntando sementera. El camino de acercamiento es largo y pacífico. La dureza de ascensión comienza en la cercanía de sus cinco picos diferentes. Imposible subir en la bicicleta, salvo esta mágica mañana de pedaleo y recuerdo.

Por el camino me acompaña la noticia del fallecimiento, ayer, del músico polaco Penderecki (1933-29 de marzo 2020); de inmediato suena en mis oídos su Sinfonía número siete “Las siete Puertas de Jerusalén” dividida en siete movimientos. El coro y la trompetería, se entremezclan con las voces solistas, los clarinetes, los violines que cantan textos de diferentes libros del Antiguo Testamento bíblico.

Uno a uno voy ascendiendo y descendiendo los cinco: Polinosa, Cruz, Mediodía, Valcerrao, Convento. Hace rato que terminaron los prados verdes, ahora solamente me acompaña el silencioso restallido de las piedras finas bajo mis pisadas, algún graznido de un cuervo que disputa comida a los gorriones de las afueras de Maraña. A lo lejos diviso Peña Santa, Torre Cerredo en Picos de Europa… desciendo por el Valle de Valverde entre piornos y los primeros prados antes de completar una vuelta circular inolvidable.

En la fotografía estoy en el vértice geodésico, que es el punto más alto de los Picos de Mampodre.  Sed felices y buscad la PAZ, amables lectores. Os abrazo. 

Javier Agra

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