viernes, 23 de agosto de 2013

EL TURBÓN: PRÓLOGO

Llueve murmullo caliente esta tarde sobre las calles de Castejón de Sos. Los tejados y las lonas son sinfonías de verano mientras el sol, oculto ya en el valle, pasea los últimos bailes en el salón de las cumbres. Sobre el arroyo asoma…no distingo si es un árbol o es un dios pirineo con tambor musical; más acá las calles son heridas cicatrizando entre los pliegues de alguna montaña; me acurruco en mi mismo regazo, miedoso por si esa sombra movediza es un espíritu que vine  a tomarme de la mano para iniciar un camino desconocido…aunque tal vez sea una hermosa muchacha que cruza veloz buscando refugio por huir de las gotas de agua. Por lo demás Castejón de Sos es un pueblo tranquilo, entre el  murmullo y la calma. Un buen enclave para gozar del Pirineo desde el sosiego hasta las grandes marchas.

Anochecer sobre el Pico del Gallinero, en Castejón de Sos.


Esta tarde hicimos un paseo por la orilla del arroyo Urmella. Eran verdes los prados como ceñidos de hojas siempre nuevas. Nos acercamos al Pirineo y aquí, todas las estaciones, parecen primavera. Los arroyos tocan clarinetes de agua ladera abajo y conversan con los animales de las praderas y con las ovejas mansas de la ganadería de Mancurro. Cruzamos el río Ésera y nos adentramos en el Run, para visitar la ermita de la Virgen de Gracia preciosa obra del siglo doce dentro del románico aragonés. Allí está, escondida con sus pequeñas dimensiones, en un claro del bosque protegida por un farallón rocoso de muy tupido vegetación. Es una breve excursión de calentamiento para mañana cuando intentemos el Turbón, recomendada para familias con niños y muy bien señalizada.

Ermita de la Virgen de Gracia en el Run.


Hemos paseado por el río Ésera que hace pocos meses se desbordó con alevosa furia porque la naturaleza tiene su propio rigor y el agua va por donde va; de pronto lo que estaba floreciendo para el turismo de verano se ahogó entre lodo y susto. Ahora los trabajos de reconstrucción de carreteras, de diques junto al río, de limpieza de huertas se están llevando a cabo por la premura y el silencio de quienes saben que es necesario estar siempre atentos a los truenos y los fieros chapuzones. Es verdad que los humanos controlamos cada vez más la técnica y la ciencia, pero somos naturaleza y ésta parece recordarnos de diferentes maneras que nuestra soberbia es un absurdo.

   Obras en el Ésera. Sobre ese puente cruzamos para llegar a la ermita de la Virgen de Gracia en el Run.


Se han despertado los pueblos entre el lodo y la esperanza. Esta mañana de tormentas las canciones se han hecho gritos que atruenan por los barrancos abajo, arrastrando troncos e ilusiones; el agua viene festiva silbando victorias y no entiende que los humanos tengan ojos de ausencia y de susto; las nubes quisieron jugar con las hojas, risas y bailes primero, saltaron después las alarmas, los arroyos se hicieron torrenteras y arrancaron árboles, cercas y casas. Y el agua, asustada de su poderoso enviste, se retiró a las cuevas de la tierra y dejó raíces dispersas, ramas abrazadas a otros árboles, puentes sin bases y susto en las miradas. La montaña en las cumbres no se entera de las peleas de troncos y agua en su ladera, allá abajo donde los humanos viven cada día sus esperanzas suspensas, donde el dolor de los siglos tienen ojos asombrados e ilusiones volcánicas. El agua tiene música y oración de salmos de gozo y tañidos ocres de campana pausada.


Javier Agra.

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