sábado, 17 de agosto de 2013

PICOS DEL MAMPODRE: GOZOSAS VISTAS.

Estamos en la cumbre del Pico de la Cruz, el más alto de los picos del Mampodre entre los que incluyo a la Polinosa. En la preparación de la subida encontramos diversas dudas sobre qué picos incluir en el nombre de Los Picos de Mampodre. Pero los dos montañeros, sonrientes en la cumbre, tienen la perspectiva más amplia posible, por eso incluyen a todos los picos en discusión.


Desde la cima miramos a la distancia, la perspectiva de las águilas debe ser imponente a juzgar por la grandeza de valles y de cumbres que atesora la vista desde este compartido vértice geodésico. El Espigüete, hoy en la distancia, visto desde Besande es como un barco solitario, Peña Redonda petrificada silueta de un gigante que vivió en el Valle Estrecho en tiempos antiquísimos, silencioso y recogido desde el inicio de la marcha en la ermita de Nuestra Señora del Brezo está el Pico Fraile y la cercana Peña Mayor unidos por las crestas, Pico Yordas también llamado “Burín” sobre el embalse de Riaño, El Convento que forma parte del conjunto de Mampodre. Y otras cumbres y otros sueños de tantas gentes montañeras que han pisado diferentes cumbres de la tierra porque buscan soledad, fuerza y unión a la naturaleza.


Coriscao de fácil ascensión para admirar hermosísimas vistas de Picos de Europa, el Puerto de San Glorio unión entre León y Cantabria donde acaso nos acompañen el oso y el rebeco, Pandial en la Sierra de Hormás, la grandiosa cumbre de Peña Prieta sobre la que ya escribí en otros momentos, Curavacas en Fuentes Carrionas y que bien merece una ascensión, Espigüete, Yordas sobre el embalse de Riaño, Acebedo pausado pueblo para el sosiego del corazón. Por estos lugares nacen diferentes ríos que llevarán agua al Esla primero y más tarde al Duero. Podremos pasear por antiquísimos y prósperos pinares autóctonos. La vista se agranda y se adivinan otros pueblos, otros valles, otros ríos; y se adivinan promesas de felicidad a través de los siglos concentrados en este instante de la fotografía más allá del tiempo. 


Comenzamos el descenso. Ahora bajaremos hacia el noroeste por los pardos que nos llevarán a Maraña. La bajada es suave y verde, enseguida la piedra va dejando sitio a las alfombras de verdor; nosotros, que al subir sufrimos búsquedas y nevadas, rocas y traspiés, pensamos que la montaña se muestra sonriente con nosotros y nos permite esta suavidad de despedida. A la derecha los valles del pueblo, a la izquierda la Polinosa va creciendo de tamaño a medida que nosotros llegamos al collado que llamaremos “de mil ochocientos metros” porque es esa su altura, nos sentamos a comer, a comentar, a reposar, a disfrutar de la montaña, de las vistas y las aves que huelen el pan y la tortilla y rondan con su petición entre las hierbas.


Desde el collado mil ochocientos, las cimas principal y secundaria forman la u perfectamente, como una pareja enamorada de cuyas cabezas pende una finísima seda de tul verde con adornos de doradas perlas; la música de su enlace nupcial la componen las multiformes aves que a esta altura de la incipiente tarde están llegando hasta la fiesta de la naturaleza: dime que sí compañera de las cumbres y pongamos el cielo de tormentas azules en la tarde enamorada, la corona será la nieve blanca de invierno y las flores de plata en primavera, seremos más fuertes que el frio y el calor porque estaremos arropados mutuamente el uno por el otro, nuestra fuerza superará los miedos y recordará amorosos sentimientos. Dejamos nuestro asiento de privilegio y bocadillos y continuamos valle abajo hasta dar con el arroyo que nos llevará de nuevo hasta Maraña entre prados venturosos donde triscan absortas multitud de vacas.


Hoy no quedan soldados romanos que contemplen nuestras manos no cortadas; hoy podemos pasear libres por esta tierra de hermosura mal vendida; el refugio de Maraña está cerrado por falta de afluencia de montañeros en estas fechas; nosotros seguimos hasta el refugio de Riaño, junto a las aguas del pantano. Este es el tono que tienen hoy las montañas que bordean el embalse cada madrugada. Dormiremos, mañana continuaremos la contemplación de otras rutas de montaña.

Javier Agra. 

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