Desde la carretera general subimos junto al Sil, dormido en
el embalse Villaseca, hasta Vega de
Viejos situado en un anfiteatro para ver un espectáculo permanente de agua en
el remansado río. El Sil ha bajado de las corrientes más rápidas de la montaña
y aquí se detiene a ensayar su prolongado recorrido posterior. Este pueblo aún
conserva, en un estado decrépito por la vida y la historia, el blasón y la casa
solariega de los Marqueses de Jorbalán que tiene a gala contar entre sus
descendientes a santa María Micaela del Santísimo Sacramento, fundadora de la
orden de las Adoratrices Esclavas del Santísimo Sacramento y de la Caridad
cuando estaba próximo a su mitad el siglo diecinueve.
Desde la iglesia de la Cueta, el silencio y la luz
funden a los viajeros en una sola pieza con la naturaleza entera.
Vamos a hacer montaña. De modo que nos alojaremos en La Cueta el pueblo situado a la mayor
altura de la provincia de León, estratégicamente situado para subir a las
Fuentes del Sil, a Peña Orniz y a otras cumbres de nombre y trono propio. Pero
lo que realmente produce este pueblo como cultivo en grandes dosis es
tranquilidad entre sus montañas calizas, verdes prados, exquisita arquitectura
tradicional con amplias casas de piedra, tejados de pizarra preparados para que
la nieve resbale en los largos inviernos. El pueblo es una silueta que crece
subiendo monte arriba; en lo alto, desde el otero de la iglesia, brillante en su tejado de
pizarra, hablan los viajeros con el silencio y con la luz, sus pensamientos van
más allá de los cuetos de La Curueza y La Cogacha hasta la inmensidad de la
tierra y la infinitud del tiempo.
La Cueta tiene tres núcleos, Cacabillo, Quejo y el alto
pueblo de la Cueta. Nos quedamos en Quejo, en la Posada Real “El Rincón de
Babia” una amplia edificación preparada con cariño, esfuerzo y sonrisas por
Marta y Gerardo, que han hecho de este lugar un monumento al buen gusto, un
templo para el descanso, una ópera al trato cuidado y cariñoso.
Posada Real “El Rincón de Babia”
Aquí estamos reposando las andanzas, comentando proyectos,
leyendo el sosiego. Cada rincón tiene su silencio y su luz, su reposo y
contento. Entre la austeridad y los perigallos se mantiene un equilibrio que
empuja al viajero a hacer montaña, impulsa a disfrutar de la naturaleza, anima
a gozar del espacio exterior porque sabe que, al regresar, encontrará un rincón
que es hogar en un instante.
Un rincón para la lectura y la calma.
El Sil, de musicales aguas, bulle de vida en su interior,
vibra de canciones de hierbas y de ranas, de majestuosos bailes de diminutos
peces, de líricas y pausadas palabras; es una cascada de música, de gozo sin
fondo, de baile sin llanto; Sil de agua tibia que absorbe el dolor y el llanto
para reflejar esperanza y futuro de libertad; el agua se despierta y canta
entre los bajos sauces y los altivos álamos, reluce policromada entre el brillo
del sol sobre el fondo de pulidas rocas, agua limpia enamorada de la vida.
Desde la cima de Peña Orniz recordamos a toda Babia,
como un paréntesis entre la ermita de Pruneda y el Santuario de la Virgen de
Carrasconte. El Sil lleva tus sueños al lejano océano y allí tu escondida
figura será inmensa entre el cielo y la playa, las olas agrandan tu
mirada desde la tierra interior hasta la amplitud de un aire sin fronteras.
Javier Agra.
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