lunes, 5 de agosto de 2013

ESTAR EN BABIA: CONTINUAMOS EL RECORRIDO

Entramos en Las Murias, pueblo pequeño en un pequeño valle de origen glaciar por donde alguna vez hace miles de años se escapó una lengua del Sil y formó el conjunto morreico más completo que podemos ver en la zona. Murias son las paredes de piedra de separación entre las tierras de los pequeños minifundios. A lo largo de la falda de la Peña La Cresta se dilata el pueblo agrandándose más de lo que da de sí hasta encontrarse, sin saber cuándo termina, con Lago de Babia que acaba casi al mismo tiempo que empieza. Pero en su terreno, apenas un kilómetro más arriba, estamos en la Laguna de Babia donde se cierra el valle en un circo de vistosas cumbres donde gozarían los geólogos descubriendo diferentes estratos de glaciar. Nosotros, que solamente somos viajeros, gozamos con la vista y con la sonora música de las ranas bailando entre los juncos de los bordes mientras miden el contorno de la Laguna con agua permanentemente, pues recibe diferentes corrientes subterráneas además de la abundancia de nieve y lluvia.

La Laguna Grande Babia cierra un hermoso circo, sobre el que asoma, al fondo, El Cornón con nieve.


El origen glaciar de la Laguna Grande de Babia en indiscutible, pero la ancestral imaginación popular le concede otro origen con una puesta en escena mucho más fantástica: Una pastora de Babia, atendía a las ovejas de una familia de noble linaje y también amamantaba un bebé de la noble familia. Después de dar el pecho al pequeño, lo depositó al abrigo de una sobra de espino. Pero una culebra olió en el niño la reciente leche mamada por él y entró a su estómago para beber la leche de la pastora. La madre descubrió la desgracia cuando solamente quedaba la cola de la serpiente desapareciendo por la boca del bebé. La madre, la pastora y las mujeres del redil lanzaron tales maldiciones, alaridos, ayes…como nunca habían escuchado aquellos picachos que rodeaban el valle. También las montañas comenzaron un dolorosísimo y prolongado llano hasta que anegaron las praderas, las cabañas y así surgió la Laguna Grande de Babia, donde aún hoy puede escuchar el viajero palabras sueltas rebotando de roca en roca entre las cumbres que rodean la zona, sobre todo si es más fuerte el viento y se escucha algún amago de tormenta.

En Piedrafita de Babia vemos la parroquia situada en la explanada del Campo, en el mismo lugar donde cuentan que estuvo un castillo templario de cuando este pueblo hacía honor a su nombre de mojón defensivo y cruce de caminos; nos dicen que es más popular la ermita que fue del Rosario y hoy dedicada a la Virgen del Carmen. Como nosotros, esta tarde, somos andarines subimos la cuesta hasta una plaza del barrio viejo y conversamos con algunas mujeres que están poniendo la ermita guapa de flores y de luces. ¡Dónde va a parar, a esta ermita la queremos más! También nos cuentan la existencia cercana del pinar, el más extenso y concurrido de la zona. ¡Ciento un años hace que se plantó! Parece que nació siendo un semillero por iniciativa del maestro y los niños de la escuela, impulsado por los vecinos que lo trasplantaron al lugar que hoy forma un hermoso paisaje. 

A Quintanilla, llegamos para pisar el extremo más occidental de Babia. Su iglesia de planta de cruz griega, con añadidos posteriores, conserva construcción románica sobre todo en el ábside; su enhiesta espadaña suena al silencio del campo con sentimientos de antaño, ansias de recogimiento y sosiego, experiencia de contemplación y de paz.

Carretera adelante, dentro el término de Piedrafita, para salir a Laciana y haciendo límite entre ambas comarcas, llegamos al Santuario de Nuestra Señora de Carrasconte, muy popular en las comarcas cercanas y entre los más alejados leoneses o asturianos; frente a la portada norte del Santuario está la “Piedra Furada” con la que Alfonso X El Sabio mandó marcar los límites comarcales mediante el documento llamado “Carta Puebla”, el año mil doscientos setenta. Babia presume de tener los terrenos en su comarca, pero Laciana insiste en que la imagen de la Virgen mira a Laciana; así todos contentos. El origen, también en este Santuario, es la aparición de una imagen a un pastor. Con el tiempo tuvo diferentes usos: en el siglo dieciocho fue un hospital de peregrinos hacia Santiago. Celebran su fiesta el quince de agosto entre festejos y deportes que inician anochecido el día catorce con una marcha de antorchas y flores: los babianos salen de Huergas y los lacianiegos de Caboalles de Abajo, se encuentran en el arranque de la carretera que va hacia el Santuario y allí esperan a la aurora cuando van llegando de todas partes cientos de peregrinos para participar en la eucaristía, festejar con bota y fiambrera en las amplias explanadas.

Santuario de Nuestra Señora de Carrasconte.


Fiesta. Porque un pueblo en fiesta, es un pueblo con esperanza. Seguramente por eso, la mayoría de los pueblos, se han quedado con un santo veraniego, así aspiran a perpetuar la luz y los días largos frente a la tragedia oscura de la vida; los pueblos, que en pocas fechas verán vacías sus casas y silenciosas sus calles, desean que se queden a vivir las gentes que están de paso porque es la fiesta del pueblo de sus antepasados. Pero las gentes, pese a la plegaria a los santos, están de paso, el progreso les ha echado de los pueblos y los deposita, como morrenas de producción, en la gran ciudad. ¿El progreso es la evolución de la naturaleza a la polución? ¡Qué dilema!

Encontramos el pueblo de Meroy cobijado en la palma de la mano del puerto de Somiedo, su economía estuvo muy unida precisamente al arrendamiento de sus ricos pastos a las merinas trashumantes. Dicen que su nombre se debe a un antiguo nombre propio de origen germánico que se asentó en este lugar de belleza inmensa, tanta que hasta los rebecos, corzos y diversa fauna se aproxima para salir en las fotografías. La rica vegetación y el bullicioso fluir de las aguas, no necesitan acercarse para ser fotografiadas, están allí para embeleso de los visitantes que buscan paz, sosiego, montaña.

Posada Real “El Rincón de Babia”


Regresamos hasta la carreta que nos lleve a nuestro alojamiento Posada Real “El Rincón de Babia” del que ya he dicho que es acogedor y entrañable y del que diré mejores cosas y no tan hermosas como se merece…pero será en el siguiente momento del blog.


Javier Agra.

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